Más de treinta años -su primer libro para niños titulado El águila que no quería volar, escrito para su hijo fue publicado en 1985 por la editorial Peter Hammer- son los que lleva Wolf Erlbruch trabajando para los niños. Un tiempo en el que nos ha regalo veinticinco libros -en los que, aproximadamente en la mitad de ellos, ha firmado la autoría- con los que ha creado un imaginario propio, ajeno a modas, perfectamente identificable y muy singular, que le ha llevado a alzarse con multitud de premios entre los que destacaríamos el Premio Andersen 2006, el Premio Gutenberg de la ciudad de Leipzig o el Premio Extraordinario del Premio Alemán de Literatura Infantil y Juvenil por la totalidad de su obra.
Queda claro que aunque para algunos sea conocido por las ilustraciones que realizó para El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza -un libro genial en donde el trabajo de Wolf Ertbruch realizado con ceras oscuras sobre fondo blanco acompaña, subraya, ilustra y amplia con exactitud y expresividad lo que en la historia sucede (pinchad aquí si queréis leer nuestra reseña)- su obra es mucho más, destacando además de por sus maravillosas y singulares ilustraciones por la manera en la que aborda temas terriblemente complicados como la muerte, presente tanto como temática que como un personaje más en muchos de sus libros.
Os dejo una pequeña muestra de este mundo creado a partir de cartón, lápices de colores y sus corta pegas con los más variados papeles.
Espero que os guste.
Fuente de las imágenes
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