Pedro y el Lobo es una obra que nace de un encargo y con una intención absolutamente didáctica
y esto, que bien podía haber sido un hándicap a la hora de hacer una
obra de calidad -las directrices que dan a Prokofiev son demasiado
cerradas-, no lo es en absoluto. La razón de ello tiene mucho que ver
con la vida de Prokofiev y la situación política en la que desarrolla su
trabajo.
Sergei Prokofiev es un compositor ruso nacido en 1891. Se forma en el Conservatorio de San Petesburgo y en 1918 abandona Rusia interesado por la música de compositores occidentales como Debussy o Strauss afirmando, el mismo, un lenguaje propio de gran aspereza armónica y rítmica que
lo debemos inscribir dentro de alguno de los lenguajes más avanzados
del momento, como podían ser las estéticas simbolistas o futuristas.
Prokofiev pasa quince años de su vida viviendo en EE.UU, Francia y Alemania, pero a partir de 1927 comienza a reestablecer sus contactos con la URRS donde realizada varias estancias y a donde vuelve definitivamente en 1936. Dos años después a Prokofiev, como a tantos otros, se le prohibió la salida del país y se convirtió en un compositor oficial a las órdenes del régimen.
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