Hoy como todos los viernes comenzamos el día con una recomendación. Su título, ¿A qué sabe la luna? y el autor Michael Grejniec.
¿Quién, siendo niño, no ha soñado alguna vez con tocar la luna? ¿Quién no se ha imaginado lo que allí ocurre? ¿A qué sabe, qué color tendrá? ¿Será tan grande como parece? ¿Estará muy lejos? Pues bien, a los animales de esta historia les sucede lo mismo.
"Hacía mucho tiempo que los animales
deseaban averiguar a qué sabía la luna.
¿Sería dulce o salada?
Tan sólo querían probar un pedacito.
Por las noches, miraban ansiosos hacia el cielo.
Se estiraban e intentaban cogerla,
alargando el cuello, las piernas y los brazos.
Pero todo fue en vano,
y ni el animal más grande
pudo alcanzarla
deseaban averiguar a qué sabía la luna.
¿Sería dulce o salada?
Tan sólo querían probar un pedacito.
Por las noches, miraban ansiosos hacia el cielo.
Se estiraban e intentaban cogerla,
alargando el cuello, las piernas y los brazos.
Pero todo fue en vano,
y ni el animal más grande
pudo alcanzarla
..."
Entonces apareció la tortuga y tuvo una idea, se subiría a la montaña más alta y desde allí intentaría llegar a la luna. Pero pese a que luna parecía estar más cerca, todavía no podía tocarla, así que la tortuga pidió ayuda al elefante:
"...
Si te subes a mi espalda
Si te subes a mi espalda
Pero la luna en lugar de dejarse alcanzar decidió jugar con ellos y alejarse un poquito más. Y ellos decidieron llamar a más amigos, así sobre la tortuga- cual sostén del mundo como nos cuenta el mito apócrifo hindú (una tortuga que sostiene a cuatro elefantes que sostienen el mundo) y que tan de moda se puso en los grabados y las historias del s. XIX- se subieron el elefante, la jirafa, la cebra, el león, el zorro, el mono hasta que por fin llegó el turno del pequeño ratón:
Tendréis que leeros el cuento para saber qué pasa. Lo que sí os voy a contar es, según mi humilde opinión, qué tiene de especial este libro para haberse convertido en un gran éxito de ventas y ser uno de los títulos más prestados en bibliotecas y utilizados en las aulas de los colegios.
Pero también en el éxito de esta historia tienen mucho que ver algunos rasgos que suelen ser comunes en la obra de Micheal Grejniec. Estoy hablando de las técnicas narrativas que utiliza y de sus ilustraciones.
Como es normal en los libros infantiles Grejniec utiliza la repetición constante de la misma frase -si te subes a mi espalda, tal vez...; si te subes a mi espalda, a lo mejor...; si te subes a mi esplada, es probable...- y la sucesión acumulativa de personajes, para construir la historia. Esto que a primera vista nos parece tan simple hace que los niños de la franja de edad a los que va dirigida el libro (aproximadamente a partir de los cuatro años, pero como cada niño es un mundo vosotros sabéis mejor que nadie si es apropiado para vuestros hijos) pueda ir construyendo la historia a la vez que se la vamos leyendo además de entrar en ese juego de anticipación, de imaginar de lo que está por venir, que tanto les gusta y les engancha.
Si a esto le añadimos unas ilustraciones sencillas, límpias y de gran expresividad, realizadas en papel cuché y que juegan de manera brillante con los fondos y el color -fondo negro para los momentos que aparece la luna, fondo blanco para presentarnos a cada nuevo invitado en la historia- nos da un libro redondo, imprescindible en cualquier biblioteca infantil.
"...
Entonces, el ratón subió por encima
de la tortuga,
del elefante,
de la jirafa,
de la cebra,
del león,
del zorro,
del mono
Tendréis que leeros el cuento para saber qué pasa. Lo que sí os voy a contar es, según mi humilde opinión, qué tiene de especial este libro para haberse convertido en un gran éxito de ventas y ser uno de los títulos más prestados en bibliotecas y utilizados en las aulas de los colegios.
Lo primero que hay que resaltar es la estupenda historia entre fábula y leyenda que nos habla de generosidad, de solidaridad y de sueños compartidos y que tiene por moraleja un mensaje muy claro y precioso: en la vida desde la alianza, desde la cooperación se puede conseguir los sueños más difíciles, incluso aquellos que a primera vista parecían imposible.
Pero también en el éxito de esta historia tienen mucho que ver algunos rasgos que suelen ser comunes en la obra de Micheal Grejniec. Estoy hablando de las técnicas narrativas que utiliza y de sus ilustraciones.
Como es normal en los libros infantiles Grejniec utiliza la repetición constante de la misma frase -si te subes a mi espalda, tal vez...; si te subes a mi espalda, a lo mejor...; si te subes a mi esplada, es probable...- y la sucesión acumulativa de personajes, para construir la historia. Esto que a primera vista nos parece tan simple hace que los niños de la franja de edad a los que va dirigida el libro (aproximadamente a partir de los cuatro años, pero como cada niño es un mundo vosotros sabéis mejor que nadie si es apropiado para vuestros hijos) pueda ir construyendo la historia a la vez que se la vamos leyendo además de entrar en ese juego de anticipación, de imaginar de lo que está por venir, que tanto les gusta y les engancha.
Si a esto le añadimos unas ilustraciones sencillas, límpias y de gran expresividad, realizadas en papel cuché y que juegan de manera brillante con los fondos y el color -fondo negro para los momentos que aparece la luna, fondo blanco para presentarnos a cada nuevo invitado en la historia- nos da un libro redondo, imprescindible en cualquier biblioteca infantil.
Curiosamente, aunque en España nos parezca un autor de un solo libro, Micheal Grejniec es uno de los referentes de la literatura actual. Os dejo un listado de algunos de sus mejores libros, como veréis salvo Mira o Buenos días/ Buenas noches, muy pocos están traducidos al castellano, algo que cuesta entender si pensamos en el gran éxito que ha sido A qué sabe la luna. Esperamos que la cosa cambie.
hermoso
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