jueves, 8 de octubre de 2015

MITOLOGÍA PARA NIÑOS: Ulises se enfrenta a la Hechicera Circe



Tras su precipitada y obligada salida de Eolia (aquí), Ulises y los suyos volvieron a vivir la dureza del mar en una nueva travesía sin rumbo claro y sin grandes esperanzas de encontrar pronto el camino a casa. Así estuvieron durante semanas, hasta que por fin dieron con una nueva isla en cuya bahía decidieron anclar su nave. Exhaustos y deprimidos, recluidos en una playa y sin salir apenas de su embarcación, estuvieron dos días Ulises y los suyos. Pero al llegar el tercero...
Ulises decidió explorar qué había más allá de lo que sus ojos podían contemplar.

Tras caminar un buen rato ascendió a una colina desde la que podía divisar practicamente la totalidad de la isla, una isla cubierta por un espeso bosque. No se veían casas, ni campos cultivados; no había grandes señales que hicieran suponer que allí vivía alguien, a excepción de un humo que salía del corazón mismo del bosque.



Ulises intrépido y aventurero donde los haya, pensó inmediatamente en adentrarse y descubrir de dónde provenía el fuego. Pero enseguida recordó todos los peligros por los que habían pasado hasta ese momento y pensó que probablemente era mejor idea regresar a la nave e iniciar la exploración acompañado.

A la mañana siguiente, tras haber comido y descansado, decidieron dividir la tripulación en dos grupos: el primero estaría bajo el mando de Ulises; el segundo lo dirigiría Eurícolo, pariente suyo al que respetaba profundamente.

Tras echar a suertes quién debía descubrir de dónde procedía el humo fue el grupo de Eurícolo el que se adentró en el bosque mientras Ulises y los suyos esperaban en el barco.



La espera les llevó todo el día. Caída la noche vieron como Eurícolo regresaba solo y con el rostro desencajado por el miedo y el horror de lo contemplado.

Tras intentar tranquilizarlo durante más de una hora, por fin Ulises consigue que les relate qué había sucedido y por qué sus compañeros no habían vuelto con él.



El humo provenía de un magnífico palacio que se encontraba en mitad del bosque. Un Palacio por cuyos jardines paseaban libremente mansos tigres y leones y cuya dueña, una mujer de gran belleza, les invitó a entrar. 



Todos aceptaron la invitación encantados. Todos excepto Eurícolo que desconfiado decidió esconderse tras una ventana. Desde allí contempló como la dueña y sus doncellas invitaban a sus compañeros a un gran banquete en el que se les ofreció abundante vino, que los griegos bebieron con gusto.

Tras beber el vino la dueña del palacio tomó su varita y fue golpeando uno a uno la cabeza de cada compañero. Al instante de sus cuerpos comenzaron a brotar cerdas; sus bocas se convirtieron en hocicos; sus orejas se alargaron y comenzaron a caminar a cuatro patas.

Sus companeros se habían sido convertidos en...
CERDOSSS

En ese momento Eurícolo escuchó una sonora carcajada proveniente de la mujer que no era otra que la Hechicera Circe y los llantos de sus compañeros, que pese a su aspecto de cerdos seguían conservando el alma humana, mientras los trasladaban  a las pocilgas del palacio.


En cuanto Ulises escuchó la historia decidió que debía volver a rescatar a sus amigos y tomando su espada se puso en camino. Justo cuando está llegando a la entrada del Palacio Circe, Hermes, el mensajero de los dioses,  sale a su encuentro y le dice:

Veo que estás decidido a salvar a tus amigos. Si no deseas acabar como ellos debes tomar esta planta de vida.


Hermes se agacha,  toma del suelo una planta de raíces negras y flores blancas que solamente los dioses pueden arrancar. Se la entrega a Ulises y éste la traga.

Ulises entra en los jardines del Palacio y es acogido con la misma hospitalidad que sus compañeros. La propia Circe le invita a entrar y le ofrece sentarse a su mesa para asistir a un banquete. El siguiente paso es el vino que la hechicera prepara y Ulises bebe de un solo trago. Tras el vino saca su varita y golpea suamente la cabeza de Ulises.




Ahora sal a reunirte con tus compañeros- dice entre susurros la maga. 

Pero su sorpresa es enorme cuando en lugar de ver como su invitado se convierte en otro cerdo éste saca la espada y se abalanza sobre ella.

¿Quién eres tú? Jamás ningún humano ha podido resistir a mis hechizos.
No puedes ser otro que Ulises, quien una vez me anunció Hermes que pasaría por esta isla de vuelta a su casa tras vencer la guerra de Troya.

 Por favor envaina tu espada y seamos amigos y disfrutemos del momento.


Edmund Dulac: Circe y Ulises (1910)

Ulises no puede rechazar la hospitalidad de una diosa, pero antes de aceptar, le hace prometerle que no volveré a utilizar sus embrujos contra él o contra los suyos. 

Solo así Ulises vuelve a guardar su espada y acepta la invitación de Circe. Al cabo de un rato las doncellas de Circe preparan la mejor de las mesas llenándola de exquisitos manjares. Pero Ulises no es capaz de probar ni un solo bocado. Circe, extrañada, le pregunta. 

¿No crees en mi palabras? ¿Todavía piensas que te voy a tender una trampa?

A lo que Ulises responde.

Creo en tu palabra, pero quién podría disfrutar de esta mesa si sus amigos, convertidos en cerdos, se revuelcan en la pocilga. 

Sin dudarlo un solo instanta Circe toma su varita y devuelve a los compañeros de Ulises a su forma humana.



Y en ese Palacio, tratados como auténticos príncipes, vivieron Ulises y los suyos más de un año. Pero Ulises seguía añorando su casa por lo que un día suplicó a la hechicera que le dejará partir. A lo que ella respondió:

Márchate si no estás bien. Pere debes saber que tu siguiente escala será en los infiernos donde viven Hades y su esposa Proserpina, para que el adivino Tiresias te hable del destino que te espera.

Y hasta allí iremos la próxima semana...



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