sábado, 29 de marzo de 2014

Blancanieves dibujada por los mejores


Un día de invierno en el que los copos caían del cielo como plumas se encontraba una reina 
sentada junto a una ventana cuyo marco era de ébano. 


Charles Santore

La reina intentaba coser, pero al mirar
 distraída como nevaba, se pinchó con la aguja en un dedo 
 y tres gotas de sangre cayeron en la nieve.

Trina Schart Hyman, 1974
 
El rojo se veía tan bonito sobre la nieve que la reina pensó
"Ay, cómo me gustaría tener una hija tan blanca como la nieve, 
tan roja como la sangre y tan negra como la madera de este marco."

Al poco tiempo la reina tuvo un hijita tan blanca como la nieve, tan sonrosada como la sangre 
y con los cabellos tan negros como el ébano por lo que lo que le llamaron

 BLANCANIEVES.
Pero cuando nació la niña, la reina murió.
 
Nancy Ekholm Burkert, 1972

Pasado un año el rey se volvió a casar. Su nueva esposa era una mujer muy hermosa aunque 
arrogante y presumida, 
que no podía soportar que alguien la superase en belleza.

 Jennie Harbour, 1920

Tenía un espejo maravilloso y cuando se miraba en él, le preguntaba:

-Espejito, espejito mágico,
¿Quién es la más hermosa 
del reino?

A. H. Watson, 1927

A lo que el espejo respondía:

-Reina, de todo el reino la más hermosa sois vos.

Arthur Rackham, 1909

Pero Blancanieves  crecía y se hacía cada vez más hermosa y cuando cumplió siete
años era tan bella como la luz del día y, por supuesto, más hermosa que la misma reina. 

 Dinah, 1936

Así que un día cuando la reina volvió a preguntarle al espejo: 

-Espejito, espejito mágico,
¿Quién es la más hermosa 
del reino?

 W. C. Drupsteen, 1885

El espejo respondió:

-¡Oh reina! Aunque hasta hace nada vos erais sin duda la más hermosa,
en estos momentos Blancanieves os supera mil veces
en belleza.

 Charles Santore

Cuando la reina oyó esto se asustó y se puso enferma de envidia;
 desde ese momento cada vez que veía a Blancanieves se ponía negra del inmenso 
odio que sentía  por la muchacha.

Franz Jüttner, 1905

La envidía y el despecho fueron creciendo hasta que un día mandó llamar a un
cazador y le dijo:

-Llévate a la niña al bosque, no quiero volver a verla. Te ordeno matarla y que me 
traigas como prueba su corazón y sus pulmones.

Jennie Harbour, 1920

Obedeció el cazador y se la llevó; y cuando se disponía a traspasar
 su inocente corazón con la lanza...

George Soper, 1915

Blancanieves se echó a llorar y le dijo:

-¡Ay, querido cazador, déjame vivir! Te prometo que me quedaré en el 
bosque y que no regresaré nunca.

Y como era una niña preciosa el cazador se compadeció de ella y le dijo:

-Vete, niña vete.

Franz Jüttner, 1905
 
El cazador,  pese a creer que Blancanieves nunca saldría con vida del bosque,  se quitó 
un gran peso de encima por no haberla matado.

En aquel momento pasó a su lado un cachorro de jabalí, lo mató con su cuchillo, le quitó 
el higado y los pulmones y se lo llevó a la reina quien mandó cocerlos para comérselos 
creyendo que eran los de Blancanieves.

John Hassall

Y la pobre Blancanieves se quedó sola y desamparada en el inmenso bosque.
Tenía tanto miedo que no sabía que hacer. 

Benjamin Lacombe

Caminó mientras  le sostuvieron las piedras, hasta que empezó a oscurecer.

 Ana Juan
 
Entonces, a lo lejos, vio una pequeña casita.

 Trina Schart Hyman, 1974

Estaba tan cansada que decidió acercarse. 

 Michael Hague, 1993.

En la casita todo era diminuto. Había una mesita cubierta con un mantelito 
y sobre la mesa siete platitos, con siete tenedores y siete vasitos.

W. C. Drupsteen, 1885

Junto a la pared se encontraban dispuestas, una junto a otra, siete camitas 
cubiertas con sábanas tan blancas como la nieve. 

 Wanda Gag

Blancanieves, como tenía hambre y sed, comío un poquito de cada platito 
y bebió de cada vasito.

 Bess Livings, 1937

Después, como tenía sueño se echó en las camitas se durmió.
 
 
Lucien Laforge, 1920

Cuando se hizó de noche llegaron los dueños de la casita: eran siete enanitos que cavaban 
y horadaban los montes buscando minerales. 

En cuanto encendieron la luz se dieron cuenta de que alguien había estado allí y tras examinar
 muy bien todo,
 el séptimo enanito se dio cuenta de que había una niña en su cama.

 
Margaret Tarrant, 1915

La vieron tan cansada que decidieron dejarla dormir hasta el día siguiente.

Al clarear el día Blancanieves se despertó y 
al ver a los enanitos se asustó un poco.

Millicent Sowerby, 1909.

Pero los enanitos le saludaron cariñosamente y le preguntaron su nombre 
y qué hacia allí.

 Jessie Willcox Smith, 1911

Y Blancanieves les contó cómo su madrastra había dado orden de matarla, pero que 
el cazador le había salvado la vida y que había estado todo el día caminando sola por el bosque
hasta que encontró su casita.

Warwick Goble, 1923

Y los enanitos conmovidos con la historia le preguntaron si quería vivir con ellos a cambio
 de encargarse de las tareas del hogar.

Blancanieves aceptó encantada.


Blancanieves se quedó a vivir con los enanitos y mientras ella se quedaba arreglando la casa los 
enanitos iban al monte en busca de hierro y oro.

Charles Robinson, 1911
 
Y por la noche regresaban a casa.

Iban Barrenetxea

Cómo durante todo el día Blancanieves se quedaba sola, los enanitos, 
preocupados le advertían:

-Cuídate de tu madrastra, que pronto sabrá que te encuentras aquí. 
Por favor, cuando estes sola no habras la puerta a nadie.


En la otra parte del reino, la reina era feliz porque creía que Blancanieves estaba muerta. 
Así que un día decidió volver a sacar el espejo y preguntarle.

-Espejito, espejito mágico,
¿Quién es del reino
la más hermosa?


 A lo que el espejo respondió:

-Oh, reina, no hay duda de que aquí usted sois las más hermosa.
Pero Blancanieves, que vive allá entre los siete montes con los
 enanitos, os supera mil veces en belleza.

Anne Grahame Johnstone, 1983

Desde el primer momento la madratra supo que el espejo decía la verdad. 
Así que decidió ser ella misma quien acabase con la vida de Blancanieves.

Se tiñió el rostro, se vistió como una vendedora y fue hasta la casa de Blancanieves.

Una vez allí se puso a pregonar:

-¡Vendo buena mercancía!¡Buena mercancía!

 
Carl Offterdinger

Blancanieves se asomó a la ventana y le preguntó:

-¿Qué es lo que vendéis?, buena mujer.

-Cintas de colores, preciosa. Y sacó una de muchos colores.

Blancanieves, pensando que la mujer era inofensiva, le dejo entrar y le compró una cinta.

 Trina Schart Hyman, 1974

Una vez dentro de la casa, la vendedora le dijo:

-Oh niña, que bella eres. Ven que te pongo yo misma la cinta.

Y Blancanieves que no sospechaba nada, se lo permitió.

 Ada Dennis & E. Stuart Hardy, 1898

En cuanto tuvo la oportunidad  la vieja apretó tanto la cinta...

 Margret Tarrant, 1915

 ... que le cortó la respiración  y cayó al suelo como muerta.

 
Arthur Rackham, 1909

Continuará...

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