Hoy en El mundo de... vamos a hablar de otro clásico contemporáneo dentro del mundo de los álbumes ilustrados. Su nombre John Burningham.
La carrera de este autor inglés nacido en 1936 comenzó en 1963. Un momento importante estos primeros años de la década de los sesenta en el mundo editorial, ya que los importantes avances tecnológicos en la impresión a cuatro colores, trajeron una explosión de luz y color en los libros ilustrados del momento, que supieron utilizar muy brillantemente autores como Charles Keeping, Brian Wildsmith, Jan Pienkowski, John Lawrence, Quentin Blake, Raymond Briggs y, como no, John Burningham.
El primer libro de Burningham, ése que vio la luz en 1963, fue Borka: Las aventuras de un ganso sin plumas. Un libro que llamó la atención de Tom Maschler, un peso pesado dentro del mundo editorial inglés que acababa de unirse a la editorial Jonathan Cape como director literario. Pese a ser un género desconocido tanto para Maschler como para editorial, desde el principio supieron ver el talento que había en ese nuevo creador y decidieron publicarlo. No se arrepentirían. El libro fue un éxito inmediato, fue vendido a ocho editoriales extranjeras y ganó la codiciada Medalla Kate Greenaway de ese año. En ese momento comenzaban dos brillantes carreras: la de John Burningham y la de la propia editorial Jonathan Cape en el mundo infantil.
En Borka nos encontramos una maravillosa versión moderna del patito feo que nos dice, con esas tiernas caricaturas de gansos reales con sus enormes picos, gafas y pañuelos para el llanto, que aunque en la ciudad en la que vivas o el entorno en el que estés no te admita, en el mundo siempre habrá un sitio en el que puedas ser feliz. Solo tienes que buscarlo.
Un libro delicioso que, como dijo su editor cuando se le preguntó qué era lo que le había llamado la atención para publicarlo, es diferente a todo lo que hasta ese momento se había hecho. Un libro que juega sabiamente con el color, con las texturas, con las formas semi-abstractas y con los densos fondos, en ocasiones cubiertos de velos mágicos, que llenan páginas sobre los que Burningham coloca a sus personajes humanos y animales perfilados
con gruesos trazos negros. Un libro en el que, como nos indica Joanna Carey, se hace uso de la textura, del color y de la forma para crear unas atmósferas que lograrán conmover al lector sin ser sentimental.
Tras Borka llegaron títulos como Abc (1964), Trubloff, the Mouse who wanted to play the Balalaika (1964), las tres historietas independientes Chitty Chitty Bang Bang escritas por Ian Fleming e ilustradas por Burningham (1964,65) o The Extraordinary Tug-of-war escritas por Letta Schatz (1968) en los que continuamos observando esa sensación audaz y desbordante de sus primeras obras. Un estilo que poco a poco se irá refinando, se irá haciendo cada vez más sensible como se observa perfectamente en Mr Gumpy's Outing (La excursión del señor Gumpy, 1970).
"El dibujo es como tocar el piano, no es una habilidad mecánica,
como albañilería y tienes que practicar constantemente para
mantenerla fluida. Incluso después de 40 años no hay nada fácil."
(John Burningham)
Otro título maravilloso este Mr Gumpy's Outing en el que los delicados dibujos color sepia se combinan con
áreas brillantes de colores sombreados y tinta luminosa con el que
crea el entorno campestre donde se desarrolla la historia protagonizada por el señor Gumpy y por todos los niños y animales a los que llevará en su barca de excursión. Una divertida y entretenida historia que nos enseña las consecuencias del comportamiento indisciplinado con la que volvió a ganar la Medalla Greenaway además del Boston Globe–Horn Book Award, tener un puesto de honor en la Bienal de ilustración de Bratislava y aparecer en varias listas de los mejores libros ilustrados del año.
Pero ¿Cuál puede ser la causa del gran éxito que tienen los libros de Burningham tanto en niños como en adultos? Resaltar un único motivo es muy complicado, pero sí creemos que en su obra existentes determinados ingredientes que enganchan al lector y que nos gustaría compartir con vosotros. Uno de ellos es el sentido del humor que se desprende en toda la obra de Burningham. Un humor que en ocasiones percibimos soterrado, en ocasiones irónico y en otras en total primer plano, como ocurre en Avocado Baby (El niño aguacate, 1982). Un libro inspirado en su propia hija, ¿tendría verdadera pasión por los aguacates?, en el que explora de manera irónica, en apenas 350 palabras, los problemas que tienen los niños quisquillosos con la comida y lo que un bebe superhumano puede conseguir.
La segunda característica que nos gustaría resaltar es la manera en la Burningham
entiende y refleja la lógica y las preocupaciones que rigen la vida del
niño, reconociendo con su ironía el enorme abismo que suele haber entre
las percepciones del niño y del adulto. Podríamos poner muchos ejemplos
de esto, los dos más claros, y por ello más veces repetido, probablemente sean Come away from the water, Shirley (1977) y Time to Get Out of the Bath, Shirley (1978) pero uno que a mí me encantó y que ha sido traducido al castellano por la Faktoria K de libros es Edwardo, the Horriblest Boy in the Whole Wide World (Eduardo, El niño más terrible
del mundo, 2006) que nos narra la historia de un niño malísimo, bruto, ruidoso, abusón, cruel, desobediente, desordenado... que conforme más se lo dicen peor se vuelve, hasta que un día -sin comprender él mucho el motivo de la mejora en su conducta- se va a convertir en el
niño más maravilloso del mundo a ojos de los mismos adultos.
No debemos olvidarnos en esta búsqueda de posibles causas del éxito en la que nos hemos sumergido que la obra de Burningham, como bien nos recuerda Joanna Carey, aunque es muy sofisticada en su concepción, tiene una calidad muy ingenua que aumenta en el momento en que en sus ilustraciones hace uso de los lápices de colores, creando sutilmente el tipo de dibujos a los que los propios niños pueden aspirar.
Con su enfoque idiosincrásico, impredecible y sutil y con un humor inexpresivo, su trabajo es fascinante en muchos niveles diferentes e incluso desconcertante en libros como Whaddayamean (1999) en donde dos niños entablan una conversación sobre cuestiones tan serias y profundas como el control de las armas, el daño hecho al mundo en nombre de Dios o la contaminación.
Son muchos
los títulos de los que me gustaría hablar: Seasons (Las Estaciones, 1969), un libro creado a partir de una sucesión de cuadros en los que se reflejan las peculiaridades de las distintas
estaciones del año y que más que contarnos una historia nos enseña a mirar a nuestro alrededor; Trubloff el ratón que quería tocar la
balalaica (1964), encantador personaje en la estela de la oca Borka; Grandpa una historia
deliciosa que trata sobre la perdida; Would you rather? (¿Qué prefieres?, 1994), otro estupendo ejemplo en el que Burningham realiza el ejercicio de ponerse en la imaginación del niño y
dejarse llevar por una sucesión de posibilidades reales o fantásticas; Come away from the Water, Shirley, (1977)... Pero voy a acabar este breve recorrido por la obra
de John Burhihgham mencionando de The Magic bed (La Cama Mágica, 2003) un muy buen ejemplo de ese refinamiento del estilo al que antes hacíamos mención que nos narra una historia de liberación infantil a modo de Peter Pan. La vida de Mario, o mejor sus noches, se convertirán en toda una aventura gracias a la aparición en su vida de una cama mágica.
Como siempre os dejo una lista con algunos títulos que podéis encontrar en castellano.
FUENTES
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