Pan de dátiles
María Peña Lombao
- Sofía, ¡qué collar más bonito!
- ¡Gracias abuelo! Es de perlas -dijo muy coqueta
- Pues estás muy guapa, ¡y tu también Dama! Pasadlo bien y volved pronto ¡no os despistéis de la hora!
Se fueron al bosque sobre las sandalias amarillas. Dama encima de la cabeza de Sofía, como siempre. Desde lejos se las veía volar entre las ramas y las perlas de los collares brillaban cuando les daba la luz del sol. Iban muy contentas con sus collares nuevos deseando llegar a casa de Lubina y conocer su mundo. Sofía, que hacía poco tiempo que había aprendido a bucear, bajaría con su perra al fondo del mar y merendarían en casa de Lubina.
Iban hablando con curiosidad del tipo de comida que merendarían de las lubinas, si sería dulce: magdalenas, chocolate, membrillo…o si sería una merienda salada, porque vivían en agua salada: aceitunas, maizitos, patatas fritas. A medida que hablaban de meriendas ricas les iba entrando hambre y al mismo tiempo que sus barrigas hacían ruido, saludaban a todos los animales del suelo y a todos los pájaros que se cruzaron por el camino, como si fueran princesas: - ¡Adios adiós! les decían con la mano y una sonrisa- Nos vamos al mar ¡Volvemos por la tarde-tarde! ¡Flequillo mira! Tengo un collar de perlas que son estrellas quietas y dan luz por la noche y por el día sirven para bucear! Sofía cantaba a los cuatro vientos su nuevo adorno.
Vuela que te vuela, con el sol y el viento fresco en la cara de Sofía y Dama, llegaron al mar y fueron a la roca más alejada de la tierra a llamar por Lubina:
- ¡Lubina, Lubina!
Salió Lubina de un brinco espumoso:
- ¡Chicas! ¡Pero hay que ver que guapas estáis!
Dama se apartó el flequillo con el rabo y se puso un poco colorada
- Enhorabuena por vuestro collar -les dijo Lubina-,no está mal para ser el primero ¡Seguidme!
Saltaron a la de tres y en fila india: Lubina, Sofía y Dama se fueron mar abajo rumbo al pueblo de Lubina. El mar primero era verde pero según bajaban se ponía azul y luego había zonas verdes y otras azules y amarillas. Pasaban manadas de peces en barco, trabajando con sus redes en el fondo del mar. Cada tipo de pez trabajaba de una cosa, unos en fábricas de yogures, otros en el negocio de la madera, otros eran profesores y así la vida del fondo del mar estaba muy ordenada. Llegaron a Lubilandia, que era un pueblo con un mercado antiguo. También había un pequeño parque con helechos y una torre. La plaza principal estaba llena de gente bebiendo agua de mar en pajita y cangrejos tejiendo jerseys para el próximo invierno.
Lubina no paraba de hablar y les contaba las historias de las cosas. Llegaron a casa y fueron a la cocina. Lubina les dijo que los peces gallegos siempre estaban en la cocina, que casi nunca usaban el salón y que los peces de Finlandia o Nueva Guinea utilizaban mucho más el salón
- ¿Para qué sirve esto?
- Para hacer pan. Se llama panificadora. Me la compré por internet hace un par de meses porque siempre me daba pereza salir a por pan, y estoy encantada. Estaba de oferta. Vamos a hacer la merienda.
Sofía se puso manos a la obra y mientras ayudaba a Lubina a mezclar la levadura, la harina, la sal y una pizca de azúcar, Dama programaba la panificadora y se relamía entera del hocico hasta las orejas. Luego Lubina calentó leche condensada y Sofía puso la mesa. Dama movía el rabo a toda velocidad mirando los minutos que quedaban para que de aquella máquina temblorosa saliera un pan de pasas y dátiles caliente y tierno. Se sentaron a la mesa delante del pan rechoncho y esponjoso y lo comían con la mano y lo mojaban en la leche y hacían sopas que Sofía se bebía, Dama relamía y Lubina sorbía. Las tres se rieron y compartieron la merienda en compañía, hasta que llegó la hora de volver a casa y se despidieron en la puerta.
- ¡Adios Lubina! Gracias por enseñarnos tu casa y darnos de merendar. La próxima vez invito yo, en el río.
- Ay Sofía, mira que yo soy de mar…
- No te preocupes, te venimos a buscar y te llevamos río arriba en una barca de lana
- ¿De lana? ¿Lana de jersey?
- Si Lubina, una barca de lana que utilizan en el bosque para que los peces de río vayan al mar y los de mar suban al río. Es lana térmica y es suave y gustosa. Te venimos a buscar mañana y merendamos con Flequillo, ¿te parece?
- ¡Planazo!
- ¡Hasta mañana pues!
Sofía y Dama deshicieron el camino hasta llegar a la superficie, nadaron un poco y volaron con los brazos abiertos y los ojos cerrados para secarse bien y que nadie sospechase de que habían llegado al mar.
- ¡A cenar!
- Uy, abuelo, es que ya no tenemos hambre. Acabamos de comer pan de dátiles de Lubinolandia, que es un dulce típico de allí. Como la tarta de Santiago, pero más rica porque tiene tropezones de miel y frutos secos. Toma, te trajimos un trozo.
- Gracias Sofía, tiene muy buen pinta.
- Es que lo hicimos en una panadería que compró Lubina y que hace pan. Es casero del mar, todo con ingredientes naturales ¡Nos vamos a dormir abuelo!
- A dormir pequeña, para poder soñar y mañana contarles a todos, las aventuras que han de pasar.
Ilustraciones de Gustav Klimt
Si queréis seguir leyendo historias de Sofía y Dama os dejamos el enlace de todas las publicadas.
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