martes, 12 de noviembre de 2013

Max y Moritz. 4º travesura


CUARTA TRAVESURA

Sólo escribir y leer
no hacen al hombre de valer,
ni el aprender de memoria
de muchos reyes la historia,
ni hacer cuentas de sumar,
restar o multiplicar
logran un hombre completo
y que merezca respeto,
sino hacer que lo enseñado
se comprenda con agrado.
El maestro Bruno Lempo
era de esto un gran ejemplo.

Max y Moritz, si podían,
por clase no aparecían
y siempre, cuando allí estaban,
se reían e incordiaban,
pues con bondad no se ablanda
aquel que en maldades anda.

Lempo, que era un hombre flaco,
amaba mucho el tabaco
y, con la pipa en la boca,
su alegría no era poca.
Y, aunque es un vicio fumar,
a él se le ha de perdonar,
pues, para olvidar la pena,
el tabaco es cosa buena.

Y la pareja terrible 
hacía su vida imposible,
mas, no contentos con esto,
pensaba darle ya el resto.
Mientras que en el templo estaba
y en el órgano tocaba
una bella melodía,
por ser festivo aquel día,
Max y Moritz en su casa,
tienen manos en la masa.
En su pipa echan ahora
un puñado de pólvora.
Y luego han de darse prisa,
pues ya se acabó la misa.
Cuando Lempo ha terminado,
la iglesia a llave a cerrado
y, con muy santa alegría, 
da por acabado el día.

Hechos están los negocios
llegó el tiempo de los ocios.
Da mil gracias al señor
de tener casa y calor.
Y comienza a preparar
su pipa para fumar.
"¡Ay!, ¡qué gran felicidad
es tener tranquilidad!"
¡Plum! Tan pronto la ha encendido,
se oye un terrible estampido:
taza, vaso y cafetera,
caja de tabaco entera,
la tinta con el tintero,
sin ceniza el cenicero,
el hornillo y el sillón,
todo vuela en la explosión.
Cuando el humo se disipa,
ved a Lempo sin la pipa.
Vivo está, aunque chamuscado,
pues lo suyo le ha tocado.
Nariz, cara, oreja y mano
son como de un africano.
De su escasa cabellera
ni un pelo queda siquiera.

¿Quién aumentará la ciencia?
¿Quién dará ahora con paciencia
las magistrales lecciones
si hay que estar de vacaciones?
¿Qué alegra a Lempo la vida
si su pipa está partida?
Cuando algún tiempo pasó,
el maestro se curó.
La que no tuvo remedio
fue la pipa, rota en medio.

***

Y, tras esta travesura,

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