Esta semana en El mundo de... vamos a hablar de la ilustradora y escritora inglesa Kate Greenaway considerada junto a Randolph Caldecott o Walter Crane, uno de los nombres más respetados, influyentes y populares entre los ilustradores para niños de la época victoriana.
Desde muy joven, Greenaway fue alentada a explorar sus intereses
artísticos. Alumna de la Slade School of Art, de Londres -institución bastante liberal para su época que permitía a las mujeres estudiar a partir de la figura humana- y de su padre, quien le introdujo en el proceso del grabado en madera, con tan sólo 17 años era una hábil muchacha conocedora del arte de la acuarela
y del dibujo a tinta que ganaba premios.
Su carrera profesional la inicia diseñando tarjetas de felicitación y calendarios para Marcus Ward y pese a lo fructifera que resulta la colaboración, Kate Greenaway abandona la sociedad tras una discusión sobre la propiedad de la misma. Gracias a los contactos de su padre comienza a trabajar con el grabador Edmund Evans y en 1879 publica Al pie de mi ventana, su primer libro ilustrado -hasta este momento solamente se había dedicado a la ilustración, nunca había escrito el texto- que supone un éxito rotundo e inmediato tanto desde el punto de vista creativo como económico.
Sus historias eran por lo general idílicas y agradables, con un enfoque en la naturaleza; niños felices, amados y cuidados representados con flores, pájaros, animales y otros elementos naturales. En definitiva una visión idealizada de la infancia, una representación de la inocencia infantil vivida en un precioso escenario rural que como indica Wendy Osgerby en Los 1001 libros que hay que leer antes de crecer tenía enamorados a los victorianos, probablemente como antídoto al realismo de Charles Dickens y cuyo éxito se extendió mucho más allá de la vieja Inglaterra haciéndose inmensamente popular en los EE.UU.
A pesar de que tras el éxito de su primer libro la presión para conseguir un éxito de ventas fue mucha y que no siempre la calidad de sus versos es la más éxquisita, lo que no se le puede negar a Kate Grenaway es el valor de unas ilustraciones, que aun hoy en día seguimos disfrutando y considerando nítidas y hermosas.
Desde 1955 uno de los máximos reconocimientos dentro del mundo de la ilustración es la medalla Kate Greenaway, premio anual a la excelencia en el campo de la ilustración infantil, que se brinda en su honor.
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