Segunda Travesura
Aunque algún tiempo le cuesta,
la viuda, ya algo repuesta,
va olvidando la tristeza,
y pasa por su cabeza
que sus aves tan queridas,
de nuevo, bien reunidas,
tendrían entierro honroso
en un asador sabroso,
recibiendo así alabanzas
de algunas alegres panzas.
Claro está, siente aún dolor
grande, como fue su amor,
al ver allí desplumadas
a sus gallinas amadas,
que muy poco tiempo atrás
gozaban como el que más
picoteando en la arena
para hallar comida y cena.
Frau Bolte, ay, de nuevo llora
y el chucho triste está ahora.
Max y Moritz lo han olido
y no lo echan en olvido.
Rápidos van al tejado
para ver de allí el asado,
que se dora en la sartén
y huele requetebién.
La viuda sale a buscar
chucrut para acompañar.
Con el pollo está tan rica
que la lengua le pica.
Entre tanto, en el tejado,
la pareja ha preparado
unacaña con anzuelo
que va del tejado al suelo.
-Olé, ¡ya pescamos uno!
-dice Moritz, el muy tuno.
-Ahora el segundo picó,
¡qué doradito quedó!
-El tercero está en mi mano,
de todos es el más sano.
-dice Moritz, el muy tuno.
-Ahora el segundo picó,
¡qué doradito quedó!
-El tercero está en mi mano,
de todos es el más sano.
-El cuarto ya lo tenemos,
¡qué banquete nos daremos!
No les importa que el chucho,
allá abajo, ladre mucho.
Y luego, como en un vuelo,
están de nuevo en el suelo.
Al poco la viuda llega
y cree quedarse ciega,
pues lo que ve no es posible:
¿Se ha hecho el asado invisible?
-Me las pagarás, bribón
-dice al perro sin razón.
Y, con la cuchara armada,
lo persigue hasta la entrada.
El chucho, que no ha pecado,
se siente muy maltratado.
Max y Moritz, escondidos,
roncan como dos bandidos.
Todo el asado han zampado
y los dedos se han chupado
Ahora están tras una mata:
en cada boca, una pata.
***
Y, tras esta travesura,
la tercera se apresura.
Por si queréis seguir leyendo, os dejamos el enlace a las otras travesuras:
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