Si la mitología griega está llena de héroes como Hércules capaces, sin más armas que sus manos de salvar el mundo (aquí), también nos encontramos personajes tontos y cobardes que tienen en la envidia su máxima de vida. Euristeo era uno de ellos. Desde muy joven supo que el verdadero heredero del trono de Argos que él ocupaba, era su primo Hércules pero en lugar de estar agradecido y disfrutar de lo que el destino, o más bien Hera (aquí) le había proporcionado, se pasaba el día frustrado y celoso de todos los logros que Hércules conseguía. Por si esto fuese poco, Euristeo sabía que contaba con la inestimable ayuda de la diosa Hera, su gran protectora cuando el tema en cuestión era su odiado Hércules.
Pese a ello la vida de Hércules transcurría plácidamente. Lo tenía todo: el respeto y la admiración de sus vecinos, el gusto y disfrute por su trabajo y el amor de su bella esposa Mégara con la que había tenido tres hijos. Pero aunque él era totalmente ajeno, cada vez que Hércules realizaba un cada acto heroico, cada vez que a su larga lista se sumaba una nueva victoria, la ira de Hera y sus deseos de venganza no hacían sino crecer.
Hera se pasaba todo el día pensando como deshacerse de la persona que más odiaba en este mundo. Se le ocurrían miles de ideas malvadas, pero pese a todas sus maquinaciones la cosa no era sencilla pues debía tener en cuenta que Hércules contaba con la protección de Zeus, su padre. Tras mucho pensar Hera decidió mandarle la más cruel, la peor de las venganzas para alguien como Hércules: la locura.
Hera sabía que no sería permanente, que duraría simplemente unas horas, ya que los dioses del Olimpo se apiadarían del hijo de Zeus y acudirían en su ayuda, pero confiaba que esas horas fueran suficientes para arruinar la vida de Hércules y, por desgracia la vengativa diosa tuvo razón.
Hera sabía que no sería permanente, que duraría simplemente unas horas, ya que los dioses del Olimpo se apiadarían del hijo de Zeus y acudirían en su ayuda, pero confiaba que esas horas fueran suficientes para arruinar la vida de Hércules y, por desgracia la vengativa diosa tuvo razón.
Durante un corto espacio de tiempo Hércules perdió la razón. El héroe que había ganado mil batallas, que había podido sin más armas que sus manos con un ejército completo, olvidó quién era e hizo lo que un padre, ni en el peor de los sueños, imagina que pueda suceder: Hércules atentó contra sus propios hijos. Cuando estaba a punto de hacerlo contra su padre, la diosa Atenea que como ya había previsto Hera estaba viéndolo todo, se compadeció de él, le golpeó con una piedra en el pecho y Hércules cayó dormido.
Cuando Hércules se despertó libre ya de su ataque de locura, se encontró con la peor de las realidades posibles. No podía creer lo que había hecho, la vida ya no tenía sentido para él. Su familia, sus amigos le intentaban hacer entender que no había sido su culpa, que una vez más había sido víctima de la vengativa Hera, pero a él todo le daba igual, nada tenía sentido y comenzó su particular penitencia.
Lo primero que decidió es que ya no quería ser esposo de Mégara, no era digno de ella. Más tarde abandonó su tierra, pues temía estar al lado de los que amaba. Así, solo y desarmado, partió hacia el oráculo de Delfos, lugar de peregrinación en la antigua Grecia a donde se acudía en busca de una respuesta sobre el devenir. Hércules deseaba saber si en su vida todavía había una posibilidad de futuro y si era así, cómo podía recobrar las riendas.
Cuando llegó allí la pitonisa le esta esperando y le dijo:
Solamente hay una manera de encontrar
el perdón a tus actos,
así como de aplacar la ira de Hera
y que ésta deje de enviar venganzas a tu vida.
Debes ponerte al servicio de quien consideras tu peor enemigo,
tu primo Euristeo,
ese que gracias a la ayuda de Hera
te arrebató el trono antes de nacer.
Ponte a su sercicio y
realiza los diez trabajos que te ordene.
Te prometo que si sobrevives,
además de limpiar tu cuñpa y
aunque la esposa de Zeus no soporte la idea,
Así fue como Hércules se convirtió en esclavo de Euristeo y comenzaron los diez trabajos, las diez penitencias que tuvo que superar, aunque en realidad la cifra fue aumentando.
Lo iremos viendo en las próximas semanas solo os avanzo que le veremos luchar y vencer con los más terribles monstruos y los más grandes peligros que os podáis imaginar...
Los 12 trabajos de Hércules
Si te ha gustado y te apetece seguir leyendo mitos contados para niños, pincha en los siguientes enlaces.
Lo iremos viendo en las próximas semanas solo os avanzo que le veremos luchar y vencer con los más terribles monstruos y los más grandes peligros que os podáis imaginar...
...Hasta el jueves
Los 12 trabajos de Hércules
Si te ha gustado y te apetece seguir leyendo mitos contados para niños, pincha en los siguientes enlaces.
Me gusta mucho tus historias. Gracias. (de mi hijo Iván, ocho años)
ResponderEliminar