Heracles, Hércules para los romanos, es el más célebre de todos los héroes griegos, paradigma de la fuerza, el coraje, el orgullo, el vigor... pero que como ya hemos ido contando (aquí) un ataque de locura, enviado por la diosa Hera, le hizo cometer un acto terrible en el que acabó con la vida de sus hijos. La penitencia por tan execrable acción le llegó de la mano de su mayor enemigo, Euristeo, ése que antes de nacer ya le había arrebatado su legítimo trono (aquí). Hércules, para obtener el perdón, se convirtió en su esclavo y debía llevar a cabo todos los trabajos que Euristeo le indicase. El primero fue matar al León de Nemea (aquí), el segundo, acabar con la Hidra de Lerna. Veamos cómo lo hizo, pero antes presentemos a su rival en la lucha.
La Hidra de Lerna era hija dos monstruos terribles Equidna y Tifón y en algunos lugares se le consideran hermana del León de Nemea. Fue criada por la propia diosa Hera bajo un plátano en el lago de Lerna, donde había una entrada al inframundo que la Hidra custodiaba, para que sirviese de prueba a Hércules.
Suele ser representada como una serpiente de varias cabezas, pero si os fijáis en las imágenes que hoy nos acompañan, el número de cabezas no es siempre el mismo. Éste depende de los autores y la diferencia entre unos y otros no es pequeña. Los tenemos desde aquellos que nos la describen con cinco o seis cabezas a quienes consideran que llegó a tener cien e incluso diez mil. Cabezas a parte, lo que realmente la convertía en un monstruo absolutamente temible, su verdadero "poder", era el aliento que salía de sus fauces que era sumamente mortal y hacía que quien se acercase muriese irremediablemente. Por supuesto, la hidra no solo atacaba a los humanos, también acababa con las cosechas y con los ganados. Terrible y temible, de verdad.
Presentada la Hidra, ahora sí, la pregunta del millón. ¿En qué consistía el segundo trabajo que pidió Euristeo a Hércules? Por supuesto, que acabase con tamaño monstruo. Realmente no era nada fácil porque, además de todo lo que ya os he contado, la Hidra poseía la cualidad de regenerarse, es decir, cuando alguien cortaba su cabeza en lugar de morir desangrada, que bien podía haber sido una opción, salía otra nueva u otras. El cuento de nunca acabar.
Para poder con ella Hércules recurrió a flechas encendidas y contó con la inestimable ayuda de su sobrino Yolao, una ayuda que como veremos más adelante le pasará factura. Pero no adelantemos acontecimientos y veamos como se desarrolla la historia.
Una vez en el Pantano de Lerna, Hércules y su sobrino cubrieron sus bocas y narices con una tela para protegerse del aliento venenoso y el terrible hedor que desprendía la Hidra. Salvado el primer escollo el siguiente problema era saber cómo solucionar la regeneración de las cabezas.
Hércules no daba crédito a lo que veía.
De cada herida comenzaron
a surgir no una sino...
¡¡¡dos nuevas cabezas!!!
Algo tenían que hacer, porque si seguía regenerando a esa velocidad, el monstruo iba a poder con ellos.
Así que Hércules, demostrando una vez más que su inteligencia iba pareja a su fuerza, ideó la manera con la que conseguir vencer al monstruo. Sin mucha explicación mandó a su sobrino al bosque vecino para que lo quemará. Éste, pese a lo extraño de la orden, obedeció sin rechistar y gracias a los tizones que de allí sacaban consiguieron, cauterizando con el tizón la herida que resultaba cada vez que cortaban la cabeza, que la carne de la hidra no pudiese reproducirse.
Pero aunque la cosa parecía ir mucho mejor para ellos, seguían teniendo un importante problema pues se decía que la cabeza del centro de la Hidra era inmortal. Heracles decidió, tras cortarla, enterrarla y colocar encima una gran roca. Y, mira tú por donde, surtió efecto.
Hércules y Yócalo habían acabado
con la hidra de Lerna.
¿A que parece que ha acabado la historia? Pues no, cuando Hera se dio cuenta de que Hércules iba a poder llevar a buen término el segundo trabajo decidió complicarle el asunto un poquito más, mandando un nuevo aliado con forma de cangrejo gigante que se dedicó a molestar y morder los talones de nuestro héroe pensando que así podría acabar con él. Realmente lo único que consiguió el cangrejo fue encolerizar a Hércules que pudo con él y lo aplastó.
¿Sabéis donde está este cangrejo? Hera para compensar su cooperación en el combate de la Hidra con Heracles se lo llevó al cielo y lo colocó entre las constelaciones. ¿Qué signo del zodiaco tiene forma de cangrejo? Exacto. Cárcino, que así se llamaba nuestro cangrejo -cangrejo en griego- es el signo de Cáncer.
Y la Hidra, ¿dónde acabaría? Pues también en el cielo ya que al morir fue convertida en constelación, y la situaron al lado de Cáncer. De hecho los astrólogos dicen que cuando el sol esta justamente sobre la constelación del cangrejo es porque la Hidra tiene cerca su cabeza.
Solamente nos queda comentar una cosita que antes he dejado enunciada. Si recordáis este segundo trabajo Hércules no lo ha realizado solo, sino que ha tenido la ayuda inestimable de su sobrino Yolao. Pequeño problema porque la compañía no les pareció bien ni a Euristeo ni, por supuesto, a Hera quienes consideraron que al haber realizado el trabajo acompañado éste no contaba para el computo de diez que debía realizar como penitencia.
No será el único trabajo rechazado, el quinto que consistía en limpiar los Establos de Augías en sólo un día, tampoco se tuvo en cuenta, siendo sustituido por otros dos. De ahí que los diez trabajos acabaran convirtiéndose en doce.
Ah, se me olvidaba. ¿Sabéis que las hidras existen realmente? Son organismos que miden cerca de 1 cm, viven en agua dulce y poseen una decena de tentáculos que producen un picadura dolorosísima y, por supuesto, como en la historia de Hércules, son capaces de regenerar muy rápidamente los miembros que pierden. Yo no me quiero encontrar con ninguna.
Os espero el próximo jueves con el tercer trabajo en donde Hércules tendrá que enfrentarse a la Cierva de Cerinea.
Pinchando en cada una de las fotos accederás a las entregas anteriores.
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