lunes, 31 de marzo de 2014

La princesa vestida con una bolsa de papel, de Robert Munsch y Michael Martchenko

Comenzamos el día con una recomendación literaria. Su título, La princesa vestida con una bolsa de plástico de Robert Munsch (texto) y Michael Martchenko (ilustraciones).


En la década de los setenta Robert Munsch trabajó como maestro en una guardería y entre las muchas actividades que hacía con sus alumnos, una de sus preferidas era escribir historias que posteriormente les leía. No sabemos muy bien el motivo, probablemente la demanda de los propios niños, pero curiosamente la mayoría de las historias que les contaba eran relatos de dragones y princesas. Montones y montones de historias con muy similares protagonistas y que siempre acababan igual: un maravilloso príncipe salvaba a la princesa de las garras del dragón y sellaban su amor por medio de una boda.


Pero un día la mujer de Robert Munsch, que trabajaba en el mismo centro, se acercó y le dijo:  

¿Cómo es que siempre el príncipe tiene que salvar a la princesa
¿Por qué no puede la princesa salvar al príncipe? 

¿Os imagináis que sucedió? Pues sí, Munsch tomó la sugerencia y escribió un cuento que se ha convertido en todo un clásico y un pionero a la hora de intercambiar los roles y atribuir a la mujer un papel mucho más activo e interesante que esperar bella, dulce y pasiva a que su amado, por medio de una boda, le componga la vida.


La historia es muy sencilla. Elisabeth es una hermosa princesa que está enamorada del príncipe Ronaldo. Todo parece ir bien, son felices, vive en un castillo maravilloso y tiene lujosas ropas pero un día un dragon captura al príncipe Ronaldo prendido fuego al castillo de Elisabeth.

El incendio lo destruye todo, sus maravillosos vestidos incluidos. Así que Elisabeth busca y rebusca por todas partes algo con lo que poder taparse, pero lo único que encuentra es una simple bolsa de papel. Pese a todas las adversidades la principal preocupación de Elisabeth es salvar a su príncipe, así que vestida con su bolsa y con su ingenio como arma comienza a perseguir al dragón.


Por supuesto Elisabeth encuentra al dragón y consigue dominarlo. Pero los protagonistas no acaban, precisamente, comiendo perdices. Al bueno de Ronaldo, no se le ocurre mejor idea que cuando ve a su amada salvadora decirle:

¡Elizabeth!¡Estás hecha un desastre!
Hueles a ceniza, tu pelo es un asco y vienes 
vestida con solo una vieja y sucia bolsa de papel.
No pienses que te dejaré rescatarme con ese facha.
Regresa cuando parezcas una princesa de verdad.



Nuestra protagonista lejos de aminalarse, ante las impertinencias escuchadas, contraataca:

Ronaldo tu ropa será muy elegante y estarás muy bien peinado
Pareces un verdadero príncipe, pero en realidad eres un patán.

Sobra decir que la boda nunca llegó a celebrarse.


Como ya hemos comentado el libro se ha convertido en todo un clásico de gran éxito y realmente no nos extraña porque, no solamente cambia los roles para convertir a la mujer en un sujeto activo, valiente, inteligente, consecuente con lo que cree y que lucha tenazmente contra las injusticias, papel obviamente relegado al hombre en todos los cuentos de hadas clásicos, sino que además nos muestra como la fuerza puede ser vencida con astucia e inteligencia.
Un buen comienzo para Robert Munsch, pues con este libro nacía una carrera literaria jalonada de éxitos como Siempre te querré, Dame un beso, Soy Perfecta... libros en los que en bastantes ocasiones ha formado tándem con ese compañero inteligente y con gran sentido del humor, como demuestran sus ilustraciones, que es el ilustrador canadiense Michael Martchenko. 

Seguro que nosotros volvemos a hablar de ellos, pero mientras llega ese momento, por si os apetece indagar un porquito en la obra de estos dos estupendos autores, pinchando aquí visitaréis la página web de Robert Munsch.
 

Blancanieves contada por sus mejores ilustradores




Si queréis ver la primera parte del cuento,  pinchad aquí.


Y así, tendida en el suelo como si estuviese muerta, la encontraron los enanitos
 cuando volvieron a casa para la cena.
La levantaron, y al ver que el nudo le estaba ahorcando, cortaron la cinta y 
la niña comenzó  a respirar nuevamente.

Theodor Hosemann, 1852

Cuando Blancanieves les contó la historia no dudaron ni un minuto que la vendora era la madrastra e
 hicieron prometer a Blancanieves que nunca volvería a abrir la puerta a nadie si estaba sola.

Por otra parte la madrastra en cuanto volvió a palacio lo primero que hizo fue mirarse al espejo y 
preguntarle:
-Espejito, espejito que me ves,
¿Quién es la más hermosa 
del reino?

Arthur Rackham, 1909
 
 A lo que el espejo respondió:

-Oh, reina, no hay duda de que aquí usted sois las más hermosa.
Pero Blancanieves, que vive allá entre los siete montes con los
 enanitos os supera mil veces en belleza.
Al escucharlo , su corazón dio un vuelco y pensó:

-Ahora si que voy a idear algo que te aniquile.

 Guy Sabran, 1949

Y con todas las brujerías que conocía preparó un peine envenenado. Se disfrazo nuevamente de otra vieja mujer 
y se puso en camino a la casa de Blancanieves.

Una vez allí volvió a pregonar a voz en grito:

-¡Vendo buena mercancía! ¡Buena mercancía!

Pero Blancanieves le invitó a que se marchase pues no podía abrir la puerta a nadie.

Darcy May, 1994 

Pero podrás ver la mercancía- le dijo la vendedora.

A Blancanieves le gusto tanto que quiso comprarlo y cuando se pusieron de acuerdo
 en el precio la vieja le dijo:

Ahora te voy a peinar como es debido. 
 
 Angela Barret, 1991

La pobre Blancanieves que no sospechaba nada se dejo.

Y en cuanto la vieja rozó el peine entre sus cabellos, 
el veneno empezó a actuar y Blancanieves cayó al suelo sin sentido


La madrastrase se fue a su Palacio pero por fortuna pronto se hizo de noche y los enanitos volvieron a su casa. 
Al ver a Blancanieves tumbada en el suelo y como muerte enseguida sospecharon de la madratra;
Buscaron el motivo, y encontraron el peine envenenado;

John Batten, 1916

Y en cuanto lo quitaron Blancanieves volvió en sí y les contó lo ocurrido. 

Los enanitos muy preocupados volvieron a insistirle que no habriese
 la puerta a nadie en su ausencia.

Trina Schart Hyman, 1974

En cuanto la reina llego a palacio lo primero que hizo fue ir a sus aposentos en busca de su espejo.



Iban Barrenetxea

Y una vez allí, se colocó frente a él y le dijo.

-Espejito, espejito mágico,
¿Quién es la más hermosa 
del reino?

 Millicent Sowerby, 1909

-Oh, reina, no hay duda de que aquí usted sois las más hermosa.
Pero Blancanieves, que vive allá entre los siete montes con los
 enanitos os supera mil veces en belleza.

John Patience

Cuando la reina escuchó hablar así al espejo, se estremeció y la rabia empezó a corroer su cuerpo.

Aunque me cueste la vida, Blancanieves 
MORIRAAAAA

Y a continuación se metió en un aposento que solo ella conocía....

 
Nancy Ekholm Burkert, 1972

... y preparó una manzana envenenada.

Tuvia Kurtz, 1937

Por fuera se veía muy apetitosa pero quien comiese un solo mordisco moriría.

Cuando la manzana estuvo preparada, se volvió a disfrazar, esta vez de campesina y  se marchó por los 
siete montes hasta la casa de los siete enanitos.

 Harry Clarke

Tocó la puerta y Blancanieves se asomó a la ventana y le dijo:

No puedo abrir la puerta a nadie, los siete enanitos me lo han prohibido.

Como quieras, ya venderé en otra parte mis manzanas, pero toma te regalo una.

No, no puedo aceptar- volvió a insistir Blancanieves

Iban Barrenetxea.

¿Temes que esté envenenada?- preguntó la vieja.

Mirá voy a cortar la manzana en dos partes; una para tí y la otra me la comeré yo.

Gustav Tenggreen, 1923

Pero la manzana estaba preparada de tal manera que solamente una de las partes contenía veneno. 

Cuando Blancanieves vio que la campesina comía de ella, no pudo resistir la tentación por más tiempo, sacó la mano y cogió la mitad envenenada. Pero en cuanto la manzana rozó sus labios...

Jennie Harbour, 1920

...cayó muerta al suelo.

La reina la observó con perfida mirada y riéndose dijo:

-¡Blanca como la nieve, roja como la sangre y negra como el ébano!

En cuanto volvió a Palacio le preguntó al espejo.

Charles Robinson, 1911

-Espejito, espejito mágico,
¿Quién es la más hermosa 
del reino?

A lo que, por fin, este respondió:

-Reina, de todo el reino sois vos la más hermosa.


Arthur Rackham, 1909

Cuando los enanitos llegaron por la noche a su casa, encontraron a Blancanieves en el suelo; 
no respiraba y estaba muerta.

La levantaron y buscaron algo venenoso, le desabrocharón el cinturón, peinaron sus cabellos, 
los lavaron... pero todos sus esfuerzos eran inútiles:
 su querida niña estaba muerta

Kay Nielsen, 1914

La pusieron en un féretro se sentaron alrededor y la lloraron tres días seguidos.

Luego la quisieron enterrar pero todavía se veía tan bella, como si estuviese viva, 
así que decidieron dejarla con ellos.

Le hicieron un sarcófago de cristal, en el que se podía mirar por todos los lados;
 la colocaron dentro y pusieron en letras doradas su nombre.

 Gustav Tengreen

Entonces colocaron el sarcofago en la cima de la motaña y uno de ellos 
se quedaba siempre haciendo guardia.

Maxfield Parrish, 1912

Así yació Blancanieves durante mucho tiempo, hasta que un día un príncipe 
perdido llegó un día a casa de los enanitos. Al ver el sarcófago el montaña 
y a Blancanieves dentro...

Heinrich Leffler Joseph

... se enamoró de ella y pidió a los enanitos:

-Dejádme el sarcófago; os daré por él lo que me pidáis.

A lo que ellos le respondieron:

-No os lo daremos ni por todo el dinero del mundo.


Entonces regaládmelo- dijo el Príncipe- pues no podré vivir sin contemplar a Blancanieves

Al oírle hablar así, los enanitos se compadecieron del príncipe y le dieron el sarcófago. El príncipe ordenó a sus lacayos que lo llevarán sobre sus hombros. Pero entonces ocurrió algo impensable, los lacayos tropezaron
 con un arbusto y con la sacudida  Blancanieves vomitó el trocito de manzana que había comido.

Al rato abrió los ojos, se incorporó y revivió otra vez.

Franz Jüttner, 1905

-Oh Dios mío ¿Dónde estoy?- preguntó Blancanieves.

El príncipe lleno de alegría le respondió:

Estás conmigo.

Y contándole lo que había sucedido, añadió:

-Te quiero más que a nada en el mundo. Ven conmigo al Palacio de mi padre y serás mi esposa.


Nancy Ekholm Burkert, 1972

A Blancanieves le pareció bien y se fue con él.
Y fueron felices para siempre.

Bess Livings

Pero, ¿qué paso con la madrastra?
 Eso lo contaremos otro día


domingo, 30 de marzo de 2014

Música clásica para Niñ@s: El aprendiz de brujo, de Paul Dukas

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Como todos los domingos abrimos nuestro auditorio para hablaros de una obra de música clásica que consideramos imprescindible en la formación de nuestros más pequeños. Hoy vamos a presentaros otro cuento musical. Su título: El aprendiz de Brujo y lo firma el compositor francés Paul Dukas.


Probablemente si tuviesemos que elegir las tres obras más populares dentro del repertorio de la música clásica que la tradición considera apropiado para los niños, éstas serían Pedro y el Lobo, de Sergei Prokofiev (pinchad aquí si queréis acceder al artículo en el que la comentamos), El Carnaval de los Animales, de Camile Saint Saëns (pinchad aquí) y la de hoy, El aprendiz de Brujo de Paul Dukas.  El por qué de esta popularidad tiene, como siempre, muchos motivos, uno muy importante es Disney, quien compró los derechos de esta música para realizar un cortometraje con el que querían recuperar la popularidad de Mickey, quien había perdido terreno frente al pato Lucas. 


Curiosamente, el proyecto era demasiado caro para limitarse a un corto por lo que decidieron hacer una película de cortos y así nació Fantasía uno de los mejores productos de Disney sin lugar a dudas, que contiene una versión estupenda de este Aprendiz de brujo que hará las delicias de los más pequeños. Pero otro de los motivos de este éxito, y por el que yo hoy la traigo a nuestro auditorio, es que está francamente bien hecha. Lo que voy a intentar explicaros a partir de ahora es cómo está escrita esta partitura-como siempre con un lenguaje preciso pero lo menos técnico que pueda- y os prometo que después de leerlo entenderéis por qué Disney nos colocó una escoba encantada, cubos de agua, un aprendiz risueño y la aparición final de un maestro que tiene que solucionar el desaguisado que ha provocado su aprendiz.


Como tantos compositores del Romanticismo desde Liszt hasta Saint Saëns, pasando por Cesar Franck, D' Indy o Modest Mussorgski entre otros muchos, Paul Dukas sucumbe en esta obra ante el género de moda, El poema sinfónico. Y ¿qué es un poema sinfónico, me preguntaréis? Pues un poema sinfónico es una obra musical, normalmente de un solo movimiento y para orquesta, en el que se desarrolla sin palabras algún tema o idea derivada de un elemento literario que puede ser un poema, un texto, un guión, un programa... en definitiva una pieza en la que a través de la música se nos "cuenta" un argumento.


La siguiente pregunta evidente que me deberíais hacer es, ¿cuál es el argumento que narra El aprendiz de Brujo? Pues aunque en un principio a muchos os parezca mentira, pues por vuestra cabeza ronde ese Mickey con la escoba que nos mostró Fantasía, el tema lo toma Dukas de la balada Der Zauberlehrling de Goethe que la podríamos resumir así:

Un joven discípulo de un maestro de brujería del que no conocemos el nombre se 
aprovecha de la ausencia de su maestro para animar una escoba mágica, a la que 
obliga a realizar, ayudado por un encantamiento el trabajo que debería haber realizado él.
 La escoba, obediente ejecuta concienzudamente su tarea que no es otra que volcar los 
cubos de agua para limpiar el laboratorio, pero lo hace con tanto ahínco que provoca una
 inundación. Cuando el discípulo se da cuenta de que todo está inundado quiere romper 
el encantamiento, para que la escoba deje de volcar cubos pero no puede porque ha olvidado 
las palabras mágicas. Desesperado no se le ocurre mejor idea que intentar destruir la escoba,
 así que coge un hacha y parte la escoba en dos pedazos, pero lejos de frenar la actividad 
con ello, enseguida las dos partes de escoba se animan y redoblan la actividad.

Cuando ya todo parece que va a ser engullido por el agua aparece el maestro y 
consigue restablecer el orden.



Perfecto me diréis, estupendo pero, ¿cómo contamos una historia con la música? Pues a través de eso que tan bien utilizará Wagner y que conoce como leit motiv, motivos conductores o ideas fijas para Berlioz que vienen a ser, explicado de una manera muy simplificada, la asociación de una melodía, de un tema o de una secuencia corta a determinado personaje, objeto o situación de la acción. En esta pieza Paul Dukas utiliza cuatro motivos.
  • Motivo  de la escoba encantada. La primera vez que aparece de una manera clara y perfecta para que se lo enseñéis a los chavales es en el minuto 1. 58 a cargo del fagot. Realmente el propio fagot  lleva desde hace unos segundos mostrándonoslo con dudas, pero para tener una idea clara del motivo esta aparición del min 1'58 es perfecta.
  • Motivo de los sortilegios. Lo interpretan la cuerda aguda, es mucho más fluido que el que escuchábamos anterioremente del fagot, porque quiere evocar la manera en la que el agua se derrama y un buen momento para dicernirlo es en el min 2'20.
  • Motivo del aprendiz. Este tema que lo encontráis en min 3'00. Se suele describir como de verbo primaveral y nos viene a mostrar el carácter alegre e imprudente del aprendiz.
  • Motivo del maestro. Se escucha claramente al final de la pieza, a cargo de los metales.
  •  
Creo que es un buen momento para que escuchemos la obra e intentemos localizar, al menos, la primera aparición de cada uno de estos motivos.




Localizados los motivos veamos ahora como el argumento se nos va ir narrando mediante la combinación, reaparición y desarrollo de estos cuatro motivos.


PRELUDIO.

Si recordáis, os he dicho que un muy buen momento para escuchar por primera vez la escoba es el min 1.58. Todo lo anterior, esos casi 2 min son una introducción realizada a partir de esbozarnos los distintos temas (motivos los hemos llamado) que va a utilizar a lo largo del poema sinfónico, pero al mismo tiempo evocando esa atmósfera inquietante, propia de un laboratorio de mago en el que suceden todo tipo de sortilegios. El preludio concluye con un trémolo de la orquesta (min 1,33) que finaliza con un corto acorde por parte de los timbales (1,39). Tras él, silencio.

EXPOSICIÓN

Y tras el silencio aparece el motivo de la escoba en el fagot. Una escoba mágica que por medio de un encantamiento del joven aprendiz va a cumplir concienzudamente con su trabajo. Pero obvimente todo encantamiento necesita un poco de tiempo, de hay que al principio, en la aparición de la escoba escuchamos dudas. ¿Cómo escuchamos dudas? Pues sencillo, durante varios compases, no escuchamos el tema completo, sino solamente el principio. La escoba lo intenta varias veces,  parece querer ponerse en funcionamiento pero le cuesta, no puede, el conjuro necesita un poco de tiempo para actuar, pero enseguida, a partir del min. 1.58 las vacilaciones dan paso al tema  del fagot. Al que podremos escuchar variado, desarrollado, en otros instrumentos en múltiples ocasiones, lo mismo que al resto de los motivos, a lo largo de todo el poema sinfónico.


En esta sección a la que hemos llamado exposición, luego explicaré por qué, también encontramos otros dos motivos. El motivo del sortilegio, que lo interpretan en el minutaje que yo os pongo, violines y violas y quiere representar el resultado de ese encantamiento al que ha sometido a la escoba, de hay que sea un motivo breve (min 2,20 a 2'22), cuya fluidez quiere evocar el agua del cubo derramada. Primeramente escuchamos sus apariciones espaciadas (primera vez 2,20, segunda 2,25, tercera 2,29), los cubos van derramando el agua poco a poco, pero el resultado del ahínco con el que trabaja la escoba lo vamos a ver muy pronto con un aumento de la intensidad y de la longitud del motivo del agua derramada ( 2,37).

Esta exposición no concluye sino cuando se nos presenta el tercero de los temas, motivo del aprendiz ese que con su frescura y viveza parece representar la alegría e inocencia del imprudente alumno (min 3,01). Aunque enseguida vemos como el carácter alegre con el que partía se va a ir tornando en excitación o tal vez sea preocupación con lo que se le avecina.

Nuevamente el golpe de la percusión nos avisa de un cambio de sección en la música. Comienza el desarrollo.

DESARROLLO

Esta sección la podemos entender como una progresión ascendente en la que van a participar muy activamente el motivo de la escoba y el motivo del aprendiz sobre un fondo sonoro construido a partir del motivo del sortilegio. La idea que nos evoca, o que a mí me viene a la cabeza es sobre un fondo sonoro que representa ese derramar continuo del agua de los cubos aparece una "lucha" entre los dos temas, entre la escoba encantada incansable y el joven aprendiz que no sabe cómo frenar su acción La culminación de la intensidad de la partitura se alcanza con cuatro acordes fortísimos de toda la orquesta.


REEXPOSICIÓN.

Tras la lucha y desarrollo de los motivos que acabamos de escuchar la sección finaliza con un golpe de hacha propiciado por el joven aprendiz a la escoba (6'11) que nos lleva a un aterrador silencio. Al igual que sucede en la historia de Goethe el golpe parte la escoba en dos, pero lejos de acabar con el encantamiento los fragmentos pronto se reaniman y redoblan la actividad. La manera en la que Dukas nos cuenta mediante la música esta parte del argumento  es sobervia. Os cuento como lo hace.

Tras ese silencio que se ha impuesto con el golpe del hacha vamos a volver a escuchar el tema de la escoba, interpretado esta vez no sólo por el fagot sino por las maderas graves en las que el clarinete bajo va a tener un papel fundamental. Y es que el tema que comienza exactamente igual que la otra vez, dubitativo, como si necesitase tiempo el encantamiento para funcionar, esta vez Dukas nos lo va a desdoblar. La música también tiene dos escobas (primera escoba min 6'39, segunda escoba 6'48) que van a trabajar con el doble de ahínco. Los motivos de estas dos escoba se van a combinar y complicar en una progresión ascendente en donde la agitación a la que se llega crece hasta el vértigo, produciendo una gran angustia en el joven aprendiz que no sabe qué hacer. La situación le supera de ahí que escuchemos su motivo sumergido sobre un motivo que hasta este momento solamente lo habíamos escuchado accesoriamente, aparece el maestro. Un tema, interpretado por los metales, que va a ir tomando cada vez más presencia hasta traer finalmente la paz (min. 8'36).

Al final, como una especie de coda, un último recuerdo a los diferentes motivos y tras el recuerdo un final que bien puede ser la carcajada de un divertido y genial Paul Dukas.


Una última cuestión antes de concluir nuestro Aprendiz de brujo. Si os fijáis hoy a las secciones les he llamado exposición, desarrollo y reexposición, términos técnicos que hacen alusión, en este caso a la forma sobre la que esta escrita la obra, que no es ni más ni menos que una forma sonata con cuatro temas. No os quiero explicar qué es una forma sonata, ya llegará el día en que lo haga, lo que quería mostrar es que pese a ese argumento basado en la balada Der Zauberlehrling de Goethe que nos narra esta obra, Paul Dukas creo una estructura formalmente perfecta, planteada desde una lógica puramente musical. 


Para acabar un video. Se trata de un trabajo realizado por Lisl Weil una artista que además de bailarina es también una estupenda dibujante al carbón. En la película con la música de Paul Dukas como banda sonora, bajo la interpretación de Tommy Scherman dibuja caracteres abstractos sobre un tablero en blanco. Una divertida y brillante manera de poner imagen a esta obra que se yuxtapone al tratamiento perfecto y maravilloso que encontraréis en la versión del Disney. 






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sábado, 29 de marzo de 2014

Azul Azulino, de María Peña Lombao


Camiones y más camiones de moras subían por el árbol donde vivía Azulino. Debajo, entre zarzas, las cabras salvajes recolectaban el fruto, los topos se encargaban de llenar los camiones y las ardillas subían la mercancía a toda prisa. Se trataba de que Azulino comiese el máximo número de moras por minuto, para poder estar bien gordo cuando llegasen los eucaliptos. Cuanto más comía Azulino, más plumas le crecían. Llegado el momento, tendría que esfumarse de un golpe, como siempre, en un gran ¡Pluf! que cubriese el bosque de Eume de millones de plumas azules.


Era muy temprano, el sol casi no alumbraba y Sofía y Dama ya estaban en la cabaña del viejo Eume preparando litros y más litros de pócima secreta que tiñe a la gente de azul. Para conseguir la receta, Sofía habló con las plantas de tallos rojos, finos y largos y también con la nube azul. 

 
La nube llovió más fuerte que nunca y los zorritos que Flequillo dirigía, se encargaban de recoger el agua en la gran olla gigante. Con la cuerda de la niña de los ojos del bosque, colgaron la olla del techo de la cabaña y con el mechero que Sofía llevaba siempre encima, encendieron el fuego a la primera. Los pájaros del bosque lo mantenían siempre encendido. Mientras Dama removía la sopa mágica, Sofía calculaba los ingredientes: agua de la nube, esencia de abedul blanca como la leche y almendras tostadas en azúcar. 


Durante toda la noche, mientras Sofía y Dama dormían, los jabalíes y los ciervos se encargaron de limpiar los caminos que llevan al río y de ordenar un poco los enormes prados que rodean al bosque. La fauna del verde paraíso atlántico se había pasado las últimas diez horas trabajando. Antes del mediodía, sólo quedaban por teñirse de azul las plantas y los árboles que vivían en las montañas que rodeaban la parte más estrecha del río, donde vivían los árboles abuelos. Las pisadas de los eucaliptos se oían cerca muy cerca y Sofía le dijo a la nube azul que se fuese corriendo a regar aquella zona. Así que se fue la nube corriendo y Sofía gastó las últimas cucharadas de esencia de azul de Eume en los animales que quedaban por teñir.

 
El río estaba cada vez más azul, pues como nace en la cabaña, Sofía le dio de  beber al río una gran cantidad de pócima. Azulino estaba gordo como una bola y los animales que le habían alimentado durante toda una noche y toda una mañana, corrieron a bañarse de azul al río. Las liebres les habían acercado al árbol unos buenos vasos de pócima, así que no tardaron mucho en ponerse azules como el espíritu del bosque: Azulino. 


Ya todos los habitantes eran azules, incluidos los insectos, los pájaros, las hojas caídas y las grandes piedras vecinas de la Roca de Julio. Allí se reunieron de nuevo todos los animales y esperaron la llegada de Sofía. No faltaba nadie, sólo Flequillo, Sofía, Dama y Lubina, que vigilaba en el mar. Un gran aullido hizo temblar el bosque. Sofía volvió a lomos de Flequillo corriendo más rápido que nunca, seguida por una enorme cola de saltamontes que aún bajaban de la montaña. Mientras saltaban esquivando matorrales y zarzas, Sofía rodeó su boca con las manos, apretó los ojos y al galope, con la ayuda del eco gritó:

- ¡Azulino! ¡Ahora!

Los salmones subían a toda velocidad río arriba. Detrás venía Lubina, nadando deprisa delante del bus del río, la barca de lana cargada de pulpos, mejillones y sardinillas que también eran azules como el atlántico. Azulino ¡Pluf!, un enorme ¡Pluf! 

Llovieron plumas, las plumas más azules y más suaves que jamás había visto Flequillo. Azulino explotó en silencio millones de pequeñas plumas que taparon todas las copas de los árboles, los caminos y las piedras. Hasta la hierba más pequeña, desde el cielo, era azul Azulino. 

-       ¡Al río!



Y con esas palabras de la pequeña Sofía, una estampida de animales se fueron colocando en fila a los largo de las dos orillas del río Eume. Los animales de una orilla miraban en silencio a los animales de la otra orilla, deseando que el plan de la niña de los ojos del Eume funcionase. Con sus sandalias amarillas teñidas de azul, con su perra hecha una bola azul y con su pluma azul prendida en la diadema, Sofía vio de lejos las copas de cientos de árboles altísimos. Eran lo único verde que asomaba en aquel paisaje, se veía con claridad que estaban a punto de entrar en la ría. 

- ¡Al suelo!

            Los animales se agacharon y los árboles se quedaron quietos como el hielo. Y si quieres saber la que se va a armar, ahora tienes que dormir, para poder soñar y mañana contarles a todos,  las aventuras que han de pasar.

 


Texto: María Peña Lombao
Ilustraciones: René Magritte