Comenzamos el día con una recomendación literaria. Su título, La princesa vestida con una bolsa de plástico de Robert Munsch (texto) y Michael Martchenko (ilustraciones).
En la década de los setenta Robert Munsch trabajó como maestro en una guardería y entre las muchas actividades que hacía con sus alumnos, una de sus preferidas era escribir historias que posteriormente les leía. No sabemos muy bien el motivo, probablemente la demanda de los propios niños, pero curiosamente la mayoría de las historias que les contaba eran relatos de dragones y princesas. Montones y montones de historias con muy similares protagonistas y que siempre acababan igual: un maravilloso príncipe salvaba a la princesa de las garras del dragón y sellaban su amor por medio de una boda.
Pero un día la mujer de Robert Munsch, que trabajaba en el mismo centro, se acercó y le dijo:
¿Cómo es que siempre el príncipe tiene que salvar a la princesa?
¿Por qué no puede la princesa salvar al príncipe?
¿Os imagináis que sucedió? Pues sí, Munsch tomó la sugerencia y escribió un cuento que se ha convertido en todo un clásico y un pionero a la hora de intercambiar los roles y atribuir a la mujer un papel mucho más activo e interesante que esperar bella, dulce y pasiva a que su amado, por medio de una boda, le componga la vida.
La historia es muy sencilla. Elisabeth es una hermosa princesa que está enamorada del príncipe Ronaldo. Todo parece ir bien, son felices, vive en un castillo maravilloso y tiene lujosas ropas pero un día un dragon captura al príncipe Ronaldo prendido fuego al castillo de Elisabeth.
El incendio lo destruye todo, sus maravillosos vestidos incluidos. Así que Elisabeth busca y rebusca por todas partes algo con lo que poder taparse, pero lo único que encuentra es una simple bolsa de papel. Pese a todas las adversidades la principal preocupación de Elisabeth es salvar a su príncipe, así que vestida con su bolsa y con su ingenio como arma comienza a perseguir al dragón.
Por supuesto Elisabeth encuentra al dragón y consigue dominarlo. Pero los protagonistas no acaban, precisamente, comiendo perdices. Al bueno de Ronaldo, no se le ocurre mejor idea que cuando ve a su amada salvadora decirle:
¡Elizabeth!¡Estás hecha un desastre!
Hueles a ceniza, tu pelo es un asco y vienes
vestida con solo una vieja y sucia bolsa de papel.
No pienses que te dejaré rescatarme con ese facha.
Regresa cuando parezcas una princesa de verdad.
Nuestra protagonista lejos de aminalarse, ante las impertinencias escuchadas, contraataca:
Ronaldo tu ropa será muy elegante y estarás muy bien peinado.
Pareces un verdadero príncipe, pero en realidad eres un patán.
Como ya hemos comentado el libro se ha convertido en todo un clásico de gran éxito y realmente no nos extraña porque, no solamente cambia los roles para convertir a la mujer en un sujeto activo, valiente, inteligente, consecuente con lo que cree y que lucha tenazmente contra las injusticias, papel obviamente relegado al hombre en todos los cuentos de hadas clásicos, sino que además nos muestra como la fuerza puede ser vencida con astucia e inteligencia.
Un buen comienzo para Robert Munsch, pues con este libro nacía una carrera literaria jalonada de éxitos como Siempre te querré, Dame un beso, Soy Perfecta... libros en los que en bastantes ocasiones ha formado tándem con ese compañero inteligente y con gran sentido del humor, como demuestran sus ilustraciones, que es el ilustrador canadiense Michael Martchenko.
Seguro que nosotros volvemos a hablar de ellos, pero mientras llega ese momento, por si os apetece indagar un porquito en la obra de estos dos estupendos autores, pinchando aquí visitaréis la página web de Robert Munsch.