Félix Mendelssohn fue un niño prodigio de la música. Pero a diferencia de Mozart cuyo talento fue explotado desde la más tierna infancia, en el caso de Mendelssohn sus padres, unos florecientes judíos con un sólido bagaje intelectual pertenecientes a la élite berlinesa, declinaron la oportunidad de que su hijo comenzase una carrera musical hasta
que quedó claro que tenía la firme intención de dedicarse seriamente a la música.
Pese a no forzar el maravilloso talento de su hijo, le ofrecieron
la mejor de las formaciones, llena de viajes, contactos y los mejores
maestros del momento. Por supuesto, Mendelssohn no lo desaprovechó.
Con tan solo diez años comenzó a componer. Con once ya tenía en su corpus de obras un trío para piano y cuerdas, una sonata para piano y violín, cuatro piezas para órgano, una opereta cómica en tres actos y una cantata; con doce había compuesto cinco cuartetos para cuerda y nueve fugas y a los catorce una orquesta privada tocaba sus obras. A la velocidad con la que se hacía un repertorio no sorprende que a los quince años ensayase su primera ópera y compusiera su primera sinfonía en do menor (op. 11). Así que cuando llegó a los diecisiete era alguien perfectamente sólido para componer una obra tan maravillosa como la Obertura de Una noche de verano de la que hoy vamos a hablar. Veamos cómo se gesta esta obra.
Si queréis seguir leyendo el artículo en donde os analizamos y os guíamos en la escucha de este Sueño de una noche de veranos de F. Mendelssohn pinchad en el siguiente enlace.
Orquesta Filarmonica de New York dirigida por George Szell
Orquesta de Cleveland dirigida por Artur Rodzinski (grabación de 1942)
Versión para piano realizada por Sergei
Rachmaninoff. Interpreta
Sergei Rachmaninoff (grabación de 1935)
Sergei Rachmaninoff (grabación de 1935)
Versión perfecta para la docencia en donde el preludio aparece segmentado en tracks que hacen
relación a cada uno de los temas que hemos comentado en el análisis.
Realizada por Campi Goycochea
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