Un sastrecillo estaba sentado en su mesa cerca de la ventana en una
hermosa mañana de verano
cosiendo alegremente y con mucha prisa,
cuando
acertó a pasar por la calle una mujer que voceaba:
Andrej Dugin y Olga Dugina
-¡Vendo buena mermelada! ¡Vendo buena mermelada!
Al sastrecillo esas palabras le sonaron a gloria; sacó su pequeña cabeza por la ventana y exclamó:
-¡Aquí, buena mujer, entrad aquí y encontraréis comprador!
Giselle Potter
La mujer subió cargada con su pesado cesto los tres escalones de la tienda del
sastre.
Puso delante de él todos sus cacharros para que los mirase, manejase y oliese el uno después del otro,
para al final decir:
Puso delante de él todos sus cacharros para que los mirase, manejase y oliese el uno después del otro,
para al final decir:
-Esta mermelada parece buena; póngame cincuenta gramos y si son cien tampoco me importa.
Ethel Frankil Betts
La mujer, que había creído vender mucho más, le dio lo que pedía, pero se fue gruñendo y refunfuñando.
-Ahora, exclamó el sastrecillo, que Dios bendiga esta mermelada para que me dé fuerza y vigor.
Y cogiendo el pan de la despensa partió una larga rebanada y untó en ella la mermelada.
Joma, 2007
Mientras cosía, el apetitoso aroma de la mermelada empezó a llenar la habitación
y las moscas se sintieron atraídas por él.
Friso Henstra, 1972
y acabaron posandose en la rebanada.
Friso Henstra, 1972
Cada vez había más y más moscas hasta que el sastrecillo cansado sacó un retal de tela del armario...
y comenzó a golpearlas sin compasión diciendo:
-Esperad, esperad que ya os daré yo a vosotras.
Leslie L. Brooke, 1909
Arthur Rackham, 1909
Después del primer golpe, contó las muertas y no había nada menos que siete:
H. J. Ford, 1889
-¡Diablos!, se dijo admirado de su valor, parece que soy un valiente;
es necesario que lo sepa toda la ciudad.
Y en su entusiasmo se hizo un cinturón y bordó encima con letras muy gordas:
«Mató siete de un golpe.»
Friso Henstra, 1972
-Pero que digo la ciudad, esto debe conocerlo el mundo entero.
Leslie L. Brooke, 1909
El corazón le saltaba de alegría dentro del pecho, como la cola de un corderillo. Se puso su cinturón y decidió recorrer el mundo, pues su tienda le pareció desde entonces un lugar muy pequeño para semejante valor.
Antes de salir de su casa buscó por toda ella lo que había de llevar,
pero no encontró más que un queso rancio que se metió en el bolsillo.
Delante de la puerta había un pájaro en su jaula, que se metió en el
bolsillo con el queso.
Después emprendió valerosamente su camino y como era listo y activo, anduvo una semana.
Franz Wacik, 1915
El camino le condujo hasta una montaña
en cuya cumbre había una enorme gigante que
miraba
tranquilamente a los pasajeros.
Giselle Potter
El sastrecillo se fue derecho a
él
Y le dijo:
-Buenos días, compañero:
¿Qué haces ahí sentado?
¿Estás mirando cómo
se mueve el mundo a tus pies?
Yo me he puesto en camino en busca de
aventuras:
¿quieres venir conmigo?
Leslie L. Brooke, 1909
El gigante le contestó con aire de desprecio:
-¡Canalla, miserable!
-¿Cómo te atreves a decirme eso?, exclamó el sastre.
Y desabotonándose el chaleco, le enseñó el cinturón diciendo:
-Lee y comprueba qué tipo de hombre tienes delante.
Arthur Rackham, 1930
El gigante que leyó, «siete de un golpe», se imaginó que eran
hombres lo que
había matado el sastre y miró con un poco más de respeto al sastre.
Sin embargo todavía quiso ponerle a prueba, por lo que cogió una piedra
y la apretó hasta que de ella salió agua.
R. Emmett Owen, 1922
-Ahora, si eres tan fuerte haz lo mismo que yo.
-¿Sólo eso? -respondió el sastre, pues eso es un juego de niño para mí.
Y metiendo la mano en su bolsillo sacó el queso blando y rancio
y
lo apretó en su mano hasta que sacó todo el jugo que tenía.
John Gruelle
-¿Qué te parece?, mejor que tú, ¿no?
El gigante no sabia qué decir y no comprendía que un enano pudiera
tener tantas fuerzas. Cogió una piedra y la tiró tan alto que los ojos apenas alcanzaban a seguirla.
-Venga, hombrecillo, haz lo mismo que yo.
Andrej Dugin y Olga Dugina
-Un buen tiro -dijo el sastrecillo- pero la piedra ha caído. Yo voy a tirar una que no caerá.
El pájaro, contento al verse libre, partió más rápido que una flecha y no volvió más.
-¿Qué dices ahora, camarada?, añadió.
-Está muy bien hecho, respondió el gigante pero ahora quiero ver si eres capaz
de llevar una carga en condiciones.
Condujo al sastrecillo delante de una enorme encina que estaba caída en el suelo y le dijo:
-Si verdaderamente tienes fuerzas es preciso que me ayudes a levantar este árbol.
-Con mucho gusto -contestó el hombrecillo- carga el tronco en tus
espaldas,
yo cargaré con las ramas y la copa que es lo más pesado.
Charles Folkard, 1911
El gigante se echó el tronco a espaldas, pero el sastrecillo se sentó
en una rama de manera que el gigante,
como no podía mirar hacia atrás,
no se daba cuenta del truco y tuvo que cargar con todo el árbol.
Offtendinger
y además al sastre que se
Akenator
El
gigante, que tras haber llevado durante un buen trecho el árbol no podía más, gritó:
-¡Oye, tengo que soltar el árbol!
Kincaid
El hombrecillo saltó a toda prisa de la rama y cogiendo el árbol entre
sus brazos como
si hubiera llevado lo que le correspondía dijo al
gigante:
-¡Un tipo tan grande como tú... y no puede cargar con un simple árbol...!
Ya que eres un muchacho tan valiente, dijo el gigante, debes venir a nuestra caverna
y pasar la noche con nosotros.
Friso Henstra, 1972
El sastre aceptó la propuesta y lo siguió. Cuando llegaron
encontraron a otros gigantes sentados cerca de la lumbre comiéndose cada
uno un carnero asado. El sastre se sentó entre ellos y pensó:
-"Esto es mucho más grade que mi taller"
Leslie L. Brooke, 1909
El gigante le enseñó su cama y le mandó que se acostase, pero como la
cama era demasiado grande para un cuerpo tan pequeño, el sastrecillo se acurrucó en un
rincón.
Al llegar la media noche, creyendo el gigante que el sastrecillo dormía con profundo sueño,
cogió una barra de hierro y dio un golpe muy grande en
medio de la cama, con lo que pensó haber matado decididamente al enano.
Friso Henstra, 1972
Los gigantes se levantaron al amanecer y se fueron al bosque; se habían
olvidado del sastre,
cuando le vieron salir de la caverna con un aire
muy alegre y un tanto descarado;
llenos de miedo y temiendo que los
matase a todos, echaron a correr sin esperar a más.
Andrej Dugin y Olga Dugina
Continuó el sastrecillo su viaje y después de haber andado mucho
tiempo, llegó al jardín de un palacio.
Las personas que pasaban a su lado por allí le observaron de arriba abajo
y leyeron en su cinturón:
«SIETE DE UN GOLPE»
-¡Ah!, dijeron para sí, ¿qué hará aquí en tierra de paz un valiente soldado?
Debe ser un importante caballero.
Alex Dukal
Y fueron rápidamente a contérselo al rey pues creyeron que en caso de guerra sería una ayuda importante.
Al rey le gustó el consejo y envió a uno de sus cortesanos para ofrecerle un empleo en su servicio.
Andrej Dugin y Olga Dugina
El sastre fue recibido con todos los honores y le proporcionaron una maravillosa
habitación en la Corte.
Pero los soldados estaban celosos de él y les hubiera encantado tenerlo lejos pues
-Si tenemos una disputa con él y se pone a dar golpes,
nos va a matar a los siete de un golpe y ninguno sobrevivirá.
Así que decidieron presentarle su dimisión al rey.
Daniel San Souci
El rey cuando vió que sus leales servidores querían abandonarlo quiso echar al causante de tanto mal.
Pero le dio miedo. Así que tras reflexionar un rato, decidió llamarlo a su presencia y le dijo:
Como eres un soldado tan valiente quiero hacerte una propuesta.
"En uno de los bosques de mi reino viven dos gigantes que asolan la región con sus robos,
asesinatos e incendios;
nadie podía acercarse a ellos sin poner en peligro su vida.
Alexander Zick
Si tú, eres capaz de vencer y matar a los gigantes,
TE ENTREGARÉ COMO ESPOSA A MI ÚNICA HIJA y
COMO DOTE TENDRÁ LA MITAD DE MI REINO
"En uno de los bosques de mi reino viven dos gigantes que asolan la región con sus robos,
asesinatos e incendios;
nadie podía acercarse a ellos sin poner en peligro su vida.
Alexander Zick
Si tú, eres capaz de vencer y matar a los gigantes,
TE ENTREGARÉ COMO ESPOSA A MI ÚNICA HIJA y
COMO DOTE TENDRÁ LA MITAD DE MI REINO
Al sastre le pareció una idea estupenda pues no todos los días se le ofrecía a uno la mitad de un reino
ni se le da la oportunidad de casarse con la princesa. Así que aceptó.
Gustav Tegreen, 1942
El sastrecillo partió seguido de cien jinetes, pero en cuanto llegó al linde del bosque les dijo:
Deteneos aquí, que yo sólo acabaré con los dos gigantes.
Joma, 2007
Al cabo de un rato distinguió a los dos
gigantes; estaban dormidos bajo un árbol y
roncaban con tanta fuerza que
hacían encorvarse a las ramas.
El sastrecillo llenó sus dos bolsillos
de piedras y subiendo al árbol sin perder tiempo
se deslizó por una
rama que se adelantaba precisamente por entre los dos gigantes
dormidos y
dejó caer algunas piedras sobre el estómago de uno de
ellos.
Andrej Dugin y Olga Dugina
El gigante no sintió nada en un principio, pero al final se despertó y
empujando a su compañero le dijo:
- ¿Por qué me pegas?
-Estás soñando, dijo el otro, yo no te he tocado.
Estuvieron peleando un poco hasta que volvieron a dormirse.
Entonces el sastre volvió a sus andadas. Buscó una piedra más gruesa y la tiró
con todas sus fuerzas sobre el pecho del segundo.
J. H. Ford, 1889
-¡Esto es demasiado!, exclamó éste y levantándose furioso, saltó sobre su compañero
que le pagó en la misma moneda.
El combate fue tan terrible que arrancaban árboles enteros para
servirse de ellos como de armas,
El sastrecillo bajó entonces de su puesto.
-Por fortuna, pensó para sí, no han arrancado también el árbol
en que
yo me hallaba, pues me hubiera visto obligado a saltar a otro como una
ardilla,
pero en nuestro oficio todos somos listos.
Sacó la espada y después de haber dado dos buenos golpes en el pecho a
cada uno de ellos, volvió a reunirse a su escolta a la que dijo:
El trabajo ya está hecho: he matado a los dos, pero no ha sido fácil.
Durante la pelea han arrancado árboles para atacarme,
pero no les ha servido de nada ante alguien como yo que
HA MATADO SIETE DE UN GOLPE
R. Emmett Owen, 1922
Los soldados que no daban crédito a lo que escuchaba entraron en el bosque, donde encontraron a los dos gigantes bañados en sangre, rodeados de árboles que habían arrancado, tal y como les había dicho el sastrecillo.
Kay Nielsen, 1925
El sastrecillo exigió al rey su recompensa; pero éste que ya se había arrepentido se puso a pensar
de nuevo cómo podía deshacerse del héroe.
-Antes de que te entregue mi hija y la mitad de mi reino -dijo el rey-, tienes que realizar otra hazaña: en el bosque vive un unicornio que causa grandes estragos debes atraparlo.
-Un unicornio me da todavía menos miedo que dos gigantes;
SIETE DE UN GOLPE,
así soy yo.
John Batten, 1916
Tomó una cuerda y un hacha y entró en el bosque mandando a los que le
acompañaban que le esperasen fuera.
No tuvo que andar mucho tiempo; el
unicornio apareció bien pronto y corrió hacia él para herirle.
Andrej Dugin y Olga Dugina
Despacio, despacio, no hay que ir tan deprisa -dijo el sastre, que se quedó quieto y
esperó hasta que el animal estuvo más cerca.
Entonces saltó deprisa tras un árbol. El unicornio embistió el árbol con todas sus fuerzas y
clavó tan fuerte el cuerno que ya no tuvo suficientes fuerzas para sacarlo.
Y así fue como el sastre lo atrapó.
"Ya tengo el pájaro en la jaula", se
dijo el sastre.
Salió de su escondrijo, se acercó al unicornio, le
pasó la cuerda alrededor del cuello, le partió el cuerno metido en el
árbol a fuerza de hachazos y, cuando hubo acabado, llevó el animal
delante del rey.
Offtenginger
Pero el rey seguía sin querer cumplir su palabra y le impuso otra tercera condición:
Pero el rey seguía sin querer cumplir su palabra y le impuso otra tercera condición:
Antes de la boda el sastre debería apresar ...
A UN JABALÍ.
Franz Wacik, 1915
Nuevamente el satrecillo asumió la aventura solo. Cuando divisó al jabalí, éste se abalanzó sobre él
echando espuma por la boca y mostrando sus afilados colmillos, dispuesto a derribarlo.
Nuestro héroe, en lugar de ponerse nervioso, se sentó en una hermita que estaba cerca
y salió enseguida por una ventana.
El jabalí fue tras él, pero el satre volvió rápidamente de un salto y cerró la puerta.
Y así, con esta treta, atrapó al enfurecido animal
que era demasiado pesado para salir él solo por la ventana.
Andrej Dugin y Olga Dugina
Acabada la hazaña el sastrecillo llamó a los cazadores para que vieran al cautivo
y luego se presentó ante el rey, que ahora, quisiese o no, debería cumplir su promesa
y concederle la mano de su hija y la mitad del reino.
Giselle Potter
De haber sabido el rey que ante él no se encontraba un héroe,
sino un simple sastre, la decisión hubiera sido todavía mucho más difícil.
La boda se celebró con gran pompa y poca alegría y
así fue como un simple sastre se convirtió en rey.
Leslie L. Brooke, 1909
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