domingo, 14 de junio de 2015

MÚSICA CLÁSICA PARA NIÑOS: Cuadros de una exposición, de Modest Mussorgsky (2º parte)

Como lo prometido es deuda os dejo la 2º parte del post dedicado a los Cuadros de una exposición, una obra escrita en 1874 por el compositor ruso Modest Mussorgky.


Para aquellos que ayer no nos leísteis, os dejamos el enlace (aquí),  en él que os hablamos de la genésis y principales características de la obra, así como de los seis primeros cuadros. Para los que sí lo hicistéis, solamente recordaros que estamos ante una suite que tiene como fuente de inspiración diez cuadros del arquitecto Victor Hartmann, que Mussorgsky nos evoca a través de la música.

Sin más dilación, continuamos donde dejamos, nuestra visita a este peculiar museo.


Samuel Goldenberg y Schmuyle

Tras el Ballet de los polluelos en sus cascarones le llega el turno a esta pieza en la Mussorgsky retrata a dos judíos. El primero de ellos avanza pomposa y pesadamente (las cuerdas y las maderas interpretan la frase al unísono). Es la imagen del judío auténtico, rico y arrogante. El segundo pobre y plañidero es representado con una melodía aguda, hiriente e incluso desesperada (en su primera aparición (min. 0'42) escucharéis fácilmente la nota convulsivamente repetida de la trompeta). Los dos temas entablan una discusión acalorada, se superponen uno a otro. Estamos ante una lucha de poder hasta que finalmente el rico, el poderoso se impone al pobre y se desembaraza de él de una manera bastante brusca.





El mercado de Limoges

Sin interrupción en la versión orquestada por Ravel y con un pequeño paseo en la versión para piano escrita por Mussorgsky, suenan rápidos toques de trompeta. Nos están anunciando el nuevo escenario, comienza El mercado de Limoges y con él el trasiego, las idas y venidas, la muchedumbre, las mujeres y los comerciantes haciendo tratos en la plaza del mercado. Una escena de gran animación popular para la que Mussorgsky había imaginado cómicos diálogos entre los campesinos allí presentes. La orquestación de Ravel arranca con las trompas que en combinación con los violines, la sección de madera y la percusión representan perfectamente el bullicio.



Catacumbas

Contraste absoluto. Del bullicio, del trasiego y la rápidez del mercado  al clima tétrico y lúgubre de las catacumbas. Los instrumentos  de metal con sus acordes largos, graves y disonantes, con vigorosas apoyaturas que recuerdan a la sonoridad del órgano, nos  crean esta atmósfera en la que lo primero que escucharéis es la irrupción de los trombones graves y solemnes.



Cum mortuis in lingua

Esta pieza no es sino un paseo, pero un paseo por el mundo subterráneo de las catacumbas. Así, sobre un fondo interpretado por las cuerdas, los oboes y fagotes nos  hacen deambular, con esa melodía que conocemos también, por un mundo siniestro. Una melodía que posteriormente pasará a la cuerda grave. Estremecimientos de ultratumba.







La cabaña sobre las patas de gallina

La imagen que habitualmente se asocia con este cuadro es la de una cabaña que se sostiene sobre patas de gallina. Y en esta cabaña, según la tradición popular de cuentos rusos, vive la bruja Baba-Yaga que se come a los niños que se pierden en el bosque.




La imagen musical que nos deja Mussorgsky es otra fantasmagoría propia de un cuadro trepidante que comienza con toques de timbal. Comienzo enérgico, con brío, como dice Mussorgsky pero el desencadenamiento y la algarabía irá cediendo su sitio  a una especie de murmullo (min 1'14) en el que los trinos de la flauta sirven de fondo a un tema sordo del contrabajo y del contrafagot.

Aunque la versión que os pongo también contiene el siguiente número la fuerza que trasmiten estos jóvenes merece la pena ser disfrutada.



La gran puerta de Kiev

El último cuadro que Mussorgsky seleccionó era un dibujo de un proyecto arquitectónico que Hartmann realizó para una puerta en la ciudad de Kiev. Una puerta de estilo ruso que nunca construyó.


La música de Mussorgsky nos sugiere una entrada triunfal por esa gran puerta de Kiev, o mejor dicho un paseo triunfal pues ahí están presentes los acentos de esa melodía que tantas veces hemos escuchamos pero en esta ocasión bajo una forma épica y grandiosa a cargo de la percusión y el viento metal. Atravesada la puerta escucharemos una especie de coral religioso y a partir de este momento alternancia de las dos ideas musicales. Impresionante el final en el que se moviliza todas las secciones de la orquesta




Hasta aquí estos Cuadros de una exposición de Modest Mussorgsky. Para finalizar, únicamente me gustaría comentar que la versión orquestada por Ravel durante muchos años eclipsó a la versión original escrita por Mussorgsky para piano. Fue necesaria que uno de los mejores pianistas del siglo pasado, Sviatoslav Richter, la rescatase del olvido, la asumiera en su repertorio para que hoy día la consideremos una de las grandes composiciones para piano. Creo que no hay mejor versión para despedirse. Os dejo con Sviatoslav Richter interpretando Los Cuadros de una exposición y espero que os lo paséis muy bien escuchándola con vuestros hijos, alumnos, sobrinos, nietos... vosotros elegís. Nosotros os esperamos el próximo sábado con más música para niños.





Se me olvidaba. Os dejamos dos versiones de esta obra para que os la podáis descargar. La primera, como no es de Sviatoslav Richter en una grabación realizada en 1958 en Sofía.




La 2º versión es la orquestación de Ravel interpretada por la All-American Orchestra con Leopold Stokowski en la dirección.






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