jueves, 11 de junio de 2015

MITOLOGÍA PARA NIÑOS: Hércules y Can Cerbero, el último de sus 12 trabajos.

Por fin Hércules veía luz al final del camino. A la espera de la orden de Euristeo que le indicara su último trabajo hacía recuento de cuantas dificultades había tenido que superar en estos años al servicio de su enemigo.  Trabajos imposibles en donde se había enfrentado a los más terribles y temibles monstruos, a plagas, a tareas sobrehumanas ....aunque lo que todavía no sabía es que el trabajo que le quedaba por cumplir iba a ser el más difícil y peligroso de todos.
En tu último trabajo descenderás al reino de los muertos y me traerás al Can Cerbero.
Cerbero era, ni más ni menos, que el perro de Hades, el dios de los infiernos.



Un monstruo de tamaño descomunal hijo de Tifón y Equidna que suele ser descrito como un perro de tres cabezas y cola de serpiente de cuyo dorso salían incluso, según algunos, multitud de cabezas.  Un monstruo que permanecía siempre atado a la puerta del Infierno para cumplir fielmente su misión:

Impedir que ningún vivo entrase al mundo subterráneo ni ningún muerto saliese de él.


Y es que los vivos tenían terminantemente prohibido descender al Tártaro, el espantoso y temido reino subterráneo del dios Hades (aquí) y el humano que osaba contradecir la orden jamás salía de él.

Tras más de tres meses dando cuenta de sus hazañas, no nos queda la menor duda que el valor, la fuerza y la inteligencia de Hércules eran inmensas. Pero que para salir airoso de este trabajo Hércules iba a necesitar algo más que estas cualidades. Por ello pidió ayuda a su padre Zeus quien hizo que Hermes y Atenea le acompañasen y ayudasen a cruzar el umbral que tan pocos mortales habían conseguido atravesar vivos,  además de instar al propio Hércules para que se iniciase en los misterios de Eleusis.



Y me preguntaréis, ¿qué son los misterios de Eleusis? Ritos de iniciación a través de los cuales Hércules aprendió la manera de llegar con plena seguridad al otro mundo después de la muerte.

Persuadido por Hermes, Hércules consiguió que Caronte, el barquero de los infiernos, cruzase el río Aqueronte con un vivo en su barca. Cuando ya por fin llegaron al otro lado del río Hércules se percató de que las sombras de los muertos huían de su presencia. Solo hubo dos que osaron mantener su mirada: Medusa y Melegrao.


La terrible mirada de Medusa (aquí) -el monstruo de las mil serpientes por cabellera, desafiante con sus ojos encendidos en sangre capaces de convertir en piedra a quien se cruzaba con ella- hizo que Hércules desenvainase su espada para acabar con ella, algo que no era necesario pues como bien le recordó Hermes estaban en el reino de los muertos y lo que estaba viendo era solamente una sombra.


Diferente fue su encuentro con Meleagro. En un principio Hércules también creyó ver en él a un enemigo pero en cuanto la sombra del guerrero le contó su triste historia, Hércules quedó totalmente conmovido y le prometió que cuidaría de su hermana Deyanira, casándose con ella. Una promesa que por supuesto Hércules cumpliría, aunque tal vez de haber sabido las consecuencias que esa boda para él tendría, se lo hubiera pensado un poquito más... Pero esto me lo reservo para la próxima semana.

En ese camino por los infiernos en busca de Hades, Hércules se topó de repente con un cuerpo vivo, que desatacaba entre tanta sombra. Era el héroe Teseo, ese al que conocimos liberando al pueblo de Creta del Minotauro (aquí), y al que Hades había encadenado en sus dominios por haber intentado raptar a su mujer Perséfone. Hércules sabía que héroes como Teseo eran muy necesarios en el mundo de los vivos por lo que consiguió que Perséfone le perdonase y le diera permiso para desatarlo de las cadenas y liberarlo.


Por fin, terriblemente cansado por lo mucho caminado y por la agonía y la desesperación que había visto en los ojos de las sombras, Hércules llegó frente al temible Hades, el rey y señor de los muertos y como en otras ocasiones había hecho, con la máxima educación y respeto posible, le rogó al dios que le permitiera llevarse a Can Cerbero al reino de los vivos.

Solicito vuestro permiso para llevarme a vuestro perro Cerbero al reino de los vivos.

Y para sorpresa de todos nosotros, ¿sabéis lo que le respondió Hades?

Puedes llevártelo. La única condición es que logres dominarlo sin armas y sin hacerle ningún daño.

Hércules únicamente iba a poder contar con su piel de león por armadura y sus manos desnudas como armas. Por supuesto lo consiguió. Hay varias versiones sobre cómo lo hizo, algunos dicen que Cerbero practicamente asfixiado por las manos de Hércules se dejo poner el collar. Aunque la parte que a mi más me gusta es la que cuenta que Hércules trató con tanto afecto al animal que esté le respondió con su docilidad. 

Y es que el cariño logra verdaeros milagros.


Hércules llevó al animal hasta Micenas. Por supuesto Euristeo cuando vio a Cerbero le entró tal ataque de pánico que se escondió donde siempre lo hacía, en su ridícula tinaja.


Por fin Hércules había conseguido completar los diez trabajos, realmente gracias a Euristeo doce, a los que el oráculo (aquí) le había condenado. La próxima semana veremos si el perdón predicho también se cumple.


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