miércoles, 11 de diciembre de 2013

El mundo de... Arnold Lobel

Hoy en El mundo de... vamos a hablar de Arnold Lobel un autor intemporal que, aunque han pasado casi veinticinco años desde su muerte, sus libros siguen enganchando y sorprendiendo tanto a niños como adultos.


La historia de Arnold Lobel con la literatura infantil comienza, como la de tantos otros autores, ilustrando libros de otros. Tras estudiar Arte en el Pratt Institute los primeros pasos de su vida profesional fueron encaminados hacia la publicidad, trabajo que compaginó con la ilustración infantil. En 1962  publicó su primer  libro como autor A zoo for Mister Muster al que le seguirían títulos como A holiday for Mister Muster (1963, Prince Bertram the Bad (1963), Giant John (1964), Lucille (1964), The Bears of the Air (1966), The Comic Adventures of Old Mother Hubbard and Her Dog (1968) o Small Pig (1969) entre otros.


Pero si hay un año que marca un antes y un después en la obra de Arnold Lobel este es 1970, momento en el que aparecen en escena sus personajes Sapo y Sepo y con ellos la confirmación de un estilo personal que le convierten en un clásico contemporáneo y imprescindible en cualquier biblioteca infantil.

Sapo y Sepo son amigos, es el primero de los cuatro libros -le siguieron Sapo y Sepo, inseparables (1971) Sapo y Sepo, un año entero (1976) y Días con Sapo y Sepo (1979)- en el que se nos narran los encantadores relatos de amistad  entre Sapo el personaje recto, lleno de sentido común y seguro de sí mismo y Sepo de carácter más débil que suele reunir gran parte de los fracasos. Dos caras de una misma moneda que como el propio Arnold Lobel indicaba,  eran en realidad dos aspecto de sí mismo.

Sapo y Sepo salieron a volar una cometa.
 Fueron hasta un gran prado donde 
soplaba un fuerte viento 

- Nuestra cometa volará muy alto- dijo Sapo-.
[...]

-Esa cometa no volará -dijeron los petirrojos-.
Puedes darte por vencido.

Sepo volvió corriendo junto a Sapo.

-Sapo -dijo Sepo- esta cometa no volará. 
¿Nos damos por vencidos?
[...]

Espera, vamos a intentarlo por segunda vez
-dijo Sapo-.

Relatos breves entre dos amigos en los que nos presenta fábulas sobre debilidades humanas como la codicia, el miedo al fracaso, la autoconciencia, la pereza o la adicción a la rutina pero adecuadas de manera brillante al público infantil. Y es que no debemos olvidarnos que este libro fue publicado por la editorial Harper Collins dentro de su colección I can read books, destinada, como el título bien sugiere, a esos incipientes lectores que por primera vez van a ser capaces de enfrentarse de manera autónoma a la lectura. 


Historias aparentemente sencillas bajo la que se esconden tramas sutiles, emocionantes e intensas. Escritas con un texto conciso, redactado con frases cortas sin grandes adornos a las que acompañan unas ilustraciones, realizadas con acuarela y plumilla, igual de sencillas, brillantemente ajustadas al texto y absolutamente evocadoras con las que Arnold Lobel logarará crear la esencia de su estilo, ese que suele ser calificado como contenido y lleno de simplicidad esencial. Como bien dice Yolanda Reyes las especificaciones que un formato tan limitado exigen, lejos de convertirse en un condicionante negativo, le llevan a consolidar la característica principal de su estilo: un laconismo deliberado, en virtud del cual logra pintar, con las palabras esenciales y con los trazos precisos, lo que constituye también la esencia de la condición humana.

Tras este libro llegaron los éxitos que todos conocemos entre los que nos gustaría destacar Historias de ratones (1972), fantástico libro que podemos verlo como el precursor de los pictogramas que tan de moda están dentro del público infantil, en donde papá ratón tiene que lidiar con un pequeño conflicto -sus siete hijos desean escuchar un cuento antes de dormir- que él soluciona contando siete breves relatos que son todo un homenaje a la sensibilidad y a la manera que tiene los niños de comprender el mundo; Sopa de Ratón (1977) estupendo libro con cuentos como condimento para la sopa con los que el ratón logra librarse de la comadreja que pretende comerle. Otro ejemplo en donde con ingenio y humor los personajes de Lobel sale de la adversidad.


En Tío Elefante (1981) los cuentos, las anécdotas y las extravagancias contadas por Tío Elefante sirven para que el pequeño elefante protagonista, no caiga en la tristeza y la desesperanza tras la pérdida de sus padres y, como no, Fábulas (1981) que siguiendo las pautas de las fábulas clásicas son cuentos protagonizados por animales con moraleja pero en los que Lobel desmonta la gravedad moral que la moraleja clásica suele tener mediante el humor, cambiando los consejos serios por una visión bastante más tolerante y práctica de la vida:  "un poco de orden es bueno demasiado orden es nefasto" o "los deseos no se hacen siempre de forma inmediata" son algunas de las moralejas que nos dejan estas fábulas.


Precisamente con Fábulas Arnold Lobel obuvo la Medalla Caldecott, uno de los múltiples reconocimiento que obtuvo a lo largo de su trayectoría en la que ilustró más de 100 libros -treinta  son los que firma como autor- cuyas historias nos remiten a esa tradición oral llena de repeticiones, suspense, retos y  finales felices de la que bebió.


Por increíble que parezca, como comenta Ana Garralón en un artículo publicado en la revista Babar
Arnold Lobel no sentía ninguna conexión especial con la infancia, ni entablaba ningún tipo de relación especial con ellos,  es más, realmente  les temía. La pregunta es clara,  ¿cómo puedo reflejar también las sensaciones, los pensamientos, los sueños de los niños alguien que no tenía, ni quería tener ninguna relación con ellos? La respuesta es sencilla, porque Lobel no escribía para los niños en general sino para el niño que él fue. Su mirada de la infancia va dirigida a sí mismo y los temores, los deseos, las angustias, las alegrías, las añoranzas... que en sus libros nos relata son las suyas, pero remiten a valores universales. De ahí que sus libros hayan tenido y sigan teniendo tanto éxito. En el fondo, cuando acabamos el libro lo que quiere el niño es trasladarse al mundo ordenado y lleno de amor, ternura y seguridad que sus historias nos trasladan.


Tenemos la suerte que en los últimos años editoriales como Kalandraka, Ekaré, Corimbo y la pionera Alfaguara los han rescatado. Como siempre os dejo una lista con algunas de las portadas en castellano que encontraréis con más facilidad en bibliotecas y librerías, además del enlace a una estupenda entrevista que realizó Lucy Rollin a Arnold Lobel y que publica Jon Klassen en su blog .


FUENTES

Reyes, Yolanda. Arnold Lobel o la poética de las pequeñas cosas. En Cincuenta libros Sin cuenta n° 1; Bogotá, Fundalectura, enero-junio 1997.


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