Perseo se sentía feliz. Gracias a la inestimable ayuda de los dioses, había conseguido lo que parecía imposible: volver con la cabeza de medusa dentro de una bolsa mágica proporcionada por las Ninfas del norte (aquí).
Aunque todavía le quedaba un largo viaje hasta alcanzar las costas de Sefiros, isla en la que le esperaba su madre desesperada pensando que había perdido a su único hijo en la complicada tarea que el malvado rey Polidectes le había encomendado (aquí).
En este viaje de vuelta, mientras sobrevolaba las costas de Palestina, algo llamó poderosamente la atención de Perseo.
Nos hemos trasladado. Encontrarás el artículo Perseo y Andrómeda, un amor desde las alturas en:
Muchas gracias por visitarnos
Qué iniciativa tan espectacular, yo que amo la mitología griega leería estos cuentos con gusto a mis hijos (si tuviera jaja).
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Nos encanta que te guste. Un saludo
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