domingo, 12 de julio de 2015

MÚSICA CLÁSICA PARA NIÑOS: Escenas de niños, op. 15 de Robert Schumann

Abrimos una semana más nuestro auditorio para hablaros de una obra de música clásica que hará las delicias de los más pequeños. El título de la elegida, Escenas de niños (Kinderszenen Opus 15) y su compositor Robert Schumann.


La pasada semana comentábamos que El álbum de la juventud de Tchaikovsky tenía una deuda clara y evidente con la obra homónima que Schumann compuso en 1848 para sus hijos. En próximas semanas hablaré de esta obra que nació con firme vocación didáctica, pero hoy quiero mostraros otro título de este compositor romántico que tiene en la evocación de la infancia su fuente de inspiración. Y es que Schumann es antes que Tchaikovsky, Bizet, Ravel, Debussy, Fauré... podría continuar la lista, el primer poeta-compositor que se adentra con su música en la infancia.

  
Ilustración de Anne Anderson


Escena de niños, op. 15 está compuesta en 1838. Schumann era un joven compositor de 28 años que se hallaba desesperado ante la ausencia de su amada, Clara Wieck. ¿Qué tiene que ver la amada en todo esto?, os preguntaréis. Pues mucho, porque realmente la obra no fue dedicada a nigún niño en especial sino a Clara Wieck que se encontraba temporalmente alejada.

Clara Wieck

La historia de amor de estos dos protagonistas bien merece que le dediquemos unas líneas. En la década de los treinte Schumann era un joven pianista, compositor y crítico musical que aspiraba a consagrarse pero todavía no lo había hecho. Clara, en cambio, era una joven de 16 años con un talento portentoso para piano e hija del reconocido maestro de música Friedrich Wieck, quien había sido profesor del propio Schumann.

Cuando Wieck supo del romance de su hija con el músico se opusó radicalmente. Schumann no era su yerno ideal, a la diferencia de edad que había entre ellos había que sumarle el futuro incierto que esperaba a su hija si se unía a ese joven que todavía no había cosechado éxito alguno. Así, que intentando cortar por lo sano, el maestro Wieck mandó a su hija de gira. 

Robert Schumann y Clara Wieck

La distancia física no tuvo el resultado que el padre esperaba, pero lo que sí consiguió es que Schumann lo pasase realmente mal. Es en este momento de ausencia de la amada en el que Schumann compone estas Escenas de niños, op. 15 una serie de más de 30 piezas, escritas para piano llenas de poesía, dulzura e ingeniudad en donde el niño que está implícito, la infancia que está evocada es la del propio Schumann: 

“Es quizás una respuesta inconsciente a lo que tú me escribiste hace algún tiempo 
(A veces me pareces un niño.)"

Jessie Wilcox Smith

De hay que no extrañe que si bien este conjunto de piezas que conocemos como Escenas de niños, tuvieron una historia de amor como punto de partida, el mundo de la infancia, de la propia infancia de Schumann, que posteriormente intentaría revivir con los hijos que tuvo con Clara, está perfectamente presente. Schumann durante toda su vida mantuvo una clara añoranza hacia la inoncencia infantil, hacia una infancia vivida con un padre comprensivo y atento que le inculcó su amor por la música.



De las treinta pequeñas piezas que en un primer momento componían la obra, el propio compositor seleccionó trece, que son las que nos han llegado a nosotros. Cada una de ellas tiene un título y una identidad diferenciada que alude a algún aspecto de la infancia y, todo hay que decirlo, a diferencia de El Álbum de la Juventud su interpretación, debido a la dificultad técnica, no va dirigida a manos infantiles.
  1. Extraños países y personas. (Von fremden Landern und Menschen)
  2. Un cuento divertido (Curiose Geschichte).
  3. El hombre del saco (Hasche – Mann).
  4. El niño mimado (Bittendes Kind).
  5. Bastante feliz (Gluckes genug). 
  6. Un acontecimiento importante (Wichtige Begebenheit)
  7. Traumerei (Ensueño)
  8. En la chimenea (Am Camin).
  9. Caballero en caballo de madera (Ritter vom Steckenpferd)
  10. Un poco serio (Fast zu ernst) 
  11. Espantoso (Furchtenmachen)
  12. Niño adormecido (Kind im Einschlummern) 
  13. El poeta habla (Der Dichter spricht )
Ilustración de Anne Anderson
Si tuviera que elegir alguna elegiría las dos que han trascendido más allá del ciclo y que, además de ser las más conocidas, suelen ser interpretadas como piezas aisladas.

La primera de ellas es la nº 7 Traumerei, ensueño. Un momento de contemplación dentro del ciclo, de parada, de reflexión. Una música sumamente simple pero como demostró Alban Berg llena de lecciones.



El poeta habla es otra de las piezas que tienen un peso importante dentro de la obra.  Conforma una especie de epílogo, una retrospectiva, una mirada hacia la infancia de un poeta adulto, que bien podría ser el propio Schumann, capaz de alcanzar el mundo de fantasía e inocencia de los niños.



Para acabar os dejo una versión integra de estas Escenas de niños, op. 15 ejemplo perfecto de la riqueza compositiva que trasciende en todas los obras de Schumann, donde la música se entrelazaba con la palabra, con las angustias y fantasmas con los que tuvo que luchar este autor alemán durante toda su vida.




Si os ha gustado y queréis conocer el resto de obras que hemos analizado y comentado en nuestra sección Música clásica para niños pinchad es los siguientes enlaces.










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