Las Sirenas, esos seres mitad ave mitad humano que con su canto atraían a cuanto navegante pasaba por su lado para después devorarlo, no fueron los únicos monstruos con los que Ulises tuvo que verse en su viaje de regreso a Ítaca (aquí). Muy cerca de éstas, a uno y otro lado del estrecho de Mesina vivían dos de los monstruos marinos más terroríficos y voraces que os podéis imaginar. Sus nombres Escila y Caribdis.
La primera de ellas, Escila, era una mujer cuya parte inferior estaba rodeada de perros, concretamente seis feroces animales que devoraban todo cuanto se ponía a su alcance. Aunque no siempre tuvo ese aspecto, se dice que era una ninfa de gran belleza de la que Glauco, un dios marino, se enamoró con locura. Glauco queriendo conseguir su amor a toda costa pidió a Circe un brebaje de amor. Lo que Glauco desconocía es que Circe también estaba enamorada de él.
La Hechicera de John William Waterhouse (1912)
¿Os acordáis de Circe? La hechicera que convirtió en cerdos
a los compañeros de Ulises
y que posteriormente se convertiría en la anfitriona
de Ulises durante más de un año (aquí)
¿Os acordáis de Circe? La hechicera que convirtió en cerdos
a los compañeros de Ulises
y que posteriormente se convertiría en la anfitriona
de Ulises durante más de un año (aquí)
La Maga irritada y enfurecida ante el rechazo de Glauco decidió vengarse de su rival y en lugar del brebaje pedido preparó unas hierbas mágicas venenosas que virtió en el agua en el que se bañaba Escila. Inmediatamente Escila se transformó.
La parte superior de su cuerpo siguió mantenido su belleza pero de la ingle le nacieron esos seis monstruosos perros con los que aterrorizaba al personal.
¿Os imagináis el terror que tenía que sentir la gente cuando se enfrentaba a tamaño monstruo y la liberación cuando lograban -si lo conseguían, todo hay que decirlo- salir con vida de allí?
Pero esta liberación les duraba muy poco pues a escasa distancia, en el mismo estrecho pero en el lado opuesto tenían que lidiar con Caribdis, otro monstruo marino.
Estrecho de Mesina
Caribdis era hija de la tierra y del rey del dios del mar, Posidón. Durante su vida como humana había demostrado gran voracidad y un buen ejemplo de ello es que cuando Heracles pasó por el estrecho de Mesina con el rebaño de bueyes del gigante Geriones le robó unos cuantos para comérselos (aquí). Zeus cuando vio semejante ofensa se enfadó profundamente con ella y la castigó fulminándola y precipitándola al mar donde se convirtió en monstruo.
¿Qué forma asumió?, os preguntaréis. Pues a diferencia de Escila que siguió conservando parte de su cuerpo de mujer con el terrorífico añadido de los seis perros, Caribdis se convirtió en un remolino marino.
Tres veces al día, Caribdis absorbía agua del mar en gran cantidad, tragándose cuanto flotaba, barcos incluidos, para posteriormente devolver el agua absorbida.
Y tras situarnos volvemos al relato. Ulises y los suyos acababan de salir ilesos de su encuentro con las sirenas (aquí) siguiendo la ruta que les encaminaban directos y sin posibilidad de cambio al estrecho de Mesina.
El terror se apoderó de toda la tripulación hasta tal punto que soltaron los remos dejando la nave sin control sobre las olas. Ulises que conocía perfectamente las consecuencias de dicha decisión comenzó a animar a su gente:
De repente oyeron unos fuertes golpes sordos y a lo lejos vieron una columna de humo...
El terror se apoderó de toda la tripulación hasta tal punto que soltaron los remos dejando la nave sin control sobre las olas. Ulises que conocía perfectamente las consecuencias de dicha decisión comenzó a animar a su gente:
Hemos travesado dificultades muchísimo mayores. Acordaos del Gigante Polifemo; de nuestro descenso al reino de los muertos; acordaos del odre misterioso... y siempre hemos logrado salir con vida. Debemos volver a nuestros puestos y tomar el control de la nave.
Sus compañeros volvieron a sus asientos y siguieron las indicaciones de Ulises que con ímpetu y sangre fría les guiaba lejos de la columna de humo. A ellos nunca se lo dijo pero la columna no era sino la terrible Caribdis. Ulises acababa de tomar una de las decisiones más complicadas de su viaje.
Había tenido que elegir por cuál de los dos lados del estrecho de Mesina pasar. Y la verdad que ambas opciones eran horribles.
Elegir pasar cerca de Caribdis suponía arriesgarse a morir todos porque si su paso coincidía con el momento en que Caribdis tragaba las olas nada ni nadie podía ayudarles; por el contrario si pasaban cerca de Escila, con seguridad habría alguna baja, pero la gran mayoría sobreviviría.
Sin dar demasiadas explicaciones a sus hombres, pues temía que si éstos conocían la verdad se escondiesen en la bodega dejando nuevamente el rumbo del barco sin dirección, se colocó en la proa dispuesto a luchar por sus hombres. Sus compañeros pese al terror que sentían remaban con todas sus fuerzas mirando de reojo la inmensa roca a la que se aproximaban.
Cuando Ulises y los suyos volvieron sus cabezas contemplaron el espectáculo más terrible que os podáis imaginar, el peor jamás visto.
Un espectáculo dantesco, terrible pero pese a todo la mejor de las opciones pues Ulises y el resto de los marineros lograron salir de allí con vida.
La decisión ya la sabemos: Ulises optó por alejarse de Caribdis y pasar por el lado de Escila.
Sin dar demasiadas explicaciones a sus hombres, pues temía que si éstos conocían la verdad se escondiesen en la bodega dejando nuevamente el rumbo del barco sin dirección, se colocó en la proa dispuesto a luchar por sus hombres. Sus compañeros pese al terror que sentían remaban con todas sus fuerzas mirando de reojo la inmensa roca a la que se aproximaban.
Una roca que mientras escupía agua comenzó a rugir. Era Escila que había olido a sus nuevas presas...
Cuando Ulises y los suyos volvieron sus cabezas contemplaron el espectáculo más terrible que os podáis imaginar, el peor jamás visto.
Seis de sus mejores hombres colgaban de cada una de las cabezas de Escila siendo devorados en apenas un segundo.
Un espectáculo dantesco, terrible pero pese a todo la mejor de las opciones pues Ulises y el resto de los marineros lograron salir de allí con vida.
Con todo lo dicho no creo que cueste mucho llegar a la conclusión de qué significa estar "Entre Escila y Caribdis". Exacto, más o menos lo mismo que decir "Entre la espada y la pared".
Uno está ante una situación sino imposible, por lo menos, complicada.
Si os ha gustado, el próximo viernes tendréis una nueva aventura de Ulises que nos llevará hasta la isla del Dios Sol.
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